Horacio De la Cruz S.

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Andrés Manuel López Obrador construyó una mentira que terminó por creer: La Cuarta Transformación. Él la define como un movimiento que no miente, no traiciona y no roba al pueblo de México

Es ocioso debatir al respecto. Es tan clara la conducta del presidente que no deja lugar a dudas. Pero hagamos como que somos ciegos, sordos y mudos frente al desempeño de él y su gobierno.

Lo importante en este texto es asentar que López Obrador no fue principio de nada, pero sí el fin.

Con él terminará un ciclo de estatistas que inició con el general Lázaro Cárdenas y concluye en 2024, para dar paso a un México que será gobernado por una mujer y que, a fuerza de los acontecimientos, tendrá que tomar otro rumbo.

De igual forma, eso que Andrés Manuel señala con imprecisiones y vaguedades como “periodo neoliberal”, tampoco existió como tal.

El mal llamado “neoliberalismo” es un recurso ideológico, como tantos otros de la “izquierda”, para construir sombras y negar, para el caso de México, que de Miguel de la Madrid Hurtado a Enrique Peña Nieto, el gobierno siempre mantuvo una economía mixta con extendidos programas sociales.

Es cierto, hubo períodos de ajuste en la economía para retomar el equilibrio en las finanzas públicas y detener la inflación.

Pero cada gobierno que le antecedió a Andrés Manuel instrumentó programas sociales, en algunos casos más eficientes y exitosos que los que hoy existen.

Regresando al punto: López Obrador, en términos reales, no inició ningún periodo de transformación. Reitero, él es el final de un ciclo que parió una clase política que ha pudrido a México en nombre de los pobres y del pueblo.

Pero un giro está por ocurrir: Claudia Sheinbaum (en otro texto retomaremos el tema de Xóchitl Gálvez), su candidata, de ganar la Presidencia de la República, va a ser toda una sorpresa.

La recuerdo a mediados de los ochenta cuando me asomaba a los movimientos estudiantiles de la UNAM y, por actividades académicas, tenía que pasarla entre la Facultad de Economía y la Facultad de Ciencias.

Claudia, menuda y de cabello bastante ondulado, levantaba el puño y coreaba consignas. Pero no eran consignas a favor del socialismo o en apoyo al régimen cubano. Para nada. Eran consignas antisistema que veían en el rector Jorge Carpizo MacGregor una extensión del gobierno.

La participación de Sheinbaum en los movimientos estudiantiles no era destacada. No era una líder estudiantil, sino una alumna de la Facultad de Ciencias que ejercía su derecho a disentir de las políticas de la rectoría de la UNAM.

Surgió Andrés Manuel como líder del PRD y Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y su figura menuda y el pelo ondulado al lado del tabasqueño me hicieron recordarla como estudiante universitaria.

Vino el caso de los videoescándalos con Carlos Ahumada, en los que su ex esposo Carlos Ímaz fue figura estelar y nuevamente la volví a tener presente.

Uno anda en sus cosas; me la pasaba entre el entonces DF y Puebla, y nuevamente la perdí de vista.

De vez en cuando me llegaba información de su participación en el tema de los segundos pisos carreteros capitalinos. La vi llegar a la delegación de Tlalpan, en el tema del Colegio Enrique Rébsamen y, a pesar de todo, me pareció la mejor alternativa a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, comparada con el resto.

Ganó la CDMX y gobernó con medio equipo de incondicionales de López Obrador y bajo su lupa. Pragmática, disciplinada y metódica, llegó la sucesión y lo que he escrito anteriormente respecto al tema me permite decir que, cuando menos, intuía que ella sería la candidata presidencial de Morena.

Hoy Claudia tiene la mayor probabilidad de ganar la elección presidencial.

Así que, a diferencia de muchos otros que la conocen mejor que yo, me permito hacer las siguientes afirmaciones y una predicción: Claudia Sheinbaum no es militante de izquierdas; Claudia Sheinbaum es antisistema; Claudia Sheinbaum, de llegar al poder presidencial, no será una calca de AMLO y vamos a conocer a la verdadera Claudia Sheinbaum.

Ella tiene una formación familiar y profesional muy diferente al común de los mexicanos.

De ser presidenta de la República, irremediablemente, eso la llevará a darle a Andrés Manuel López Obrador una salida como la que tuvieron algunos monarcas en la transición hacia los gobiernos republicanos en la Europa del Siglo XX: Un trato político digno y con impunidad; pero él, como residuo del viejo sistema, será un apestado.

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