Horacio De la Cruz S.

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🔍 @CarlosLoret y @latinus_us despiertan debate sobre objetividad en el análisis político 📊 ¿Hacia dónde se inclinan realmente? 🤔 ¿@XochitlGalvez o @Claudiashein? 📰 La subjetividad y los intereses siguen siendo un desafío para la transparencia y la democracia 🗳️ @pologg recuerda a @Televisa

Carlos Loret, en su columna "El eclipse de Xóchitl y sus fanáticos", señala en la plataforma X: “La incapacidad de autocrítica y el desapego a la realidad no le hacen ningún favor a la causa opositora”. Lo anterior, al señalar en su columna “El eclipse de Xóchitl y sus fanáticos” que “Denise Dresser, Jesús Silva-Herzog Márquez y Leopoldo Gómez lo dijeron con todas sus letras: Claudia Sheinbaum ganó el debate. Lorenzo Córdova y Lorena Becerra fueron en la misma dirección”.

Sin embargo, la subjetividad de las afirmaciones que sostiene Carlos Loret de Mola puede evaluarse lejos de fanatismos, como un reflejo de la decadencia de los valores democráticos de la libertad de expresión.

Veamos: ¿Qué evaluó la mesa de Latinus?

Lo que Dresser, Silva-Herzog Márquez, Gómez y Córdova observaron es lo que en su pensamiento califican como atributos “políticamente correctos” para una candidata presidencial. Evaluaron, básicamente, qué Xóchitl Galvez trastabilló más que Claudia sheinbaum y el mal desempeño de la candidata opositora en su mensaje final.

Pero su noción de lo "políticamente correcto" ha generado un debate tras el post debate que merece una revisión tras la columna provocadora de Loret donde afirma que “Xóchitl tenía que noquear y ni siquiera ganó la pelea”.

Además, el conductor de Latinus señala que “voces fervientemente opositoras” le han insultado y descalifican tras la mesa de análisis porque forman parte de un ejército de propaganda de la campaña de Xóchitl. Y remata: “No sé cuántas (de esas voces) realmente se crean el cuento de que a Xóchitl le fue bien”.

Más allá de quién ganó el debate, la mesa de Loret y compañía evidenció tendencia hacia la subjetividad y la parcialidad comenzando por el equilibrio entre sus integrantes; casi todos coincidentes con los patrones de pensamiento político de Leopoldo Gómez (ex consiglieri de Televisa) a quién no importa la calidad de los argumentos, la verdad o el fondo, sino la forma y los intereses que en todo tiempo va a representar comenzando por los propios. Igual que Loret, ni más ni menos.

La mesa de Latinus fue decepcionante. No ofreció parámetros de observación como liderazgo, integridad, honestidad, transparencia y ética. Carlos Loret, el conductor, dejó de lado aspectos fundamentales como visión de las candidatas y el candidato participantes, y otros aspectos fundamentales como claridad en los objetivos y metas, experiencia y habilidades demostradas en la gestión pública; empatía y resiliencia en un país tan golpeado por la violencia y la inseguridad.

Tampoco se refirieron a la tolerancia y el respeto, al reconocimiento y valoración de la diversidad social, cultural y política del país; mucho menos abordaron el interés público por encima de intereses personales o partidistas, entre otros factores muy importantes.

En su lugar premiaron la exposición fría de la mentira, la frivolidad y “los otros datos”.

Si bien la intención detrás de promover un post debate es loable, en la práctica, la mesa de Latinus deslizó fácilmente hacia una forma disfrazada de apoyo a Claudia Sheinbaum.

Desde mi punto de vista, la razón es simple: Loret y Leopoldo quieren caer parados en la probable administración de Sheinbaum a quien ya ven tomando protesta como presidenta de México. En los hechos, ellos ya votaron.

Desafortunadamente surge nueva evidencia de que Loret y Gómez no tienen una cultura de honestidad y diversidad de opiniones. Actúan bajo los patrones superficiales de poder en los que fueron educados ‘profesionalmente’ y a los que han estado acostumbrados, muy al estilo de Televisa.

Para Latinus la definición de lo que es "correcto" varía enormemente según el contexto político y los intereses que guardan, lo que refleja aún más la subjetividad inherente.

Esta subjetividad y parcialidad llevan a la exclusión de voces y perspectivas legítimas, creando la falsa ilusión de una “ganadora” en lugar de fomentar un diálogo genuino y enriquecedor apegado a la verdad y a la evidencia.

En última instancia, la subjetividad de Loret no es más que la obsesión de intereses económicos disfrazados de lo “políticamente correcto” que erosionan la autenticidad y la honestidad en el discurso público, relegando la reflexión crítica y el debate constructivo a un segundo plano.

No soy Xochilover, pero sí lamento profundamente que se pretenda seguir manipulando a las ‘audiencias’ muy al estilo de Televisa, hoy bajo la forma de un periodismo ‘independiente’.

Imagen: Latinus

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