Horacio De la Cruz S.
| @hcsblogHace aproximadamente 26 años, supe del trabajo político que ya desempeñaba Rafael con Melquiades Morales Flores, desde Nueva York, a través de Fernando Manzanilla Prieto, quien le entregó a Víctor Manuel Giorgana Jiménez un engargolado que hacía referencia a temas de campaña y que me fue transferido para una revisión.
Hice algunas anotaciones. Víctor hizo otras, y días después me enteré de un fuerte reclamo que le hizo Rafael a Giorgana, en su calidad de asesor del entonces candidato al gobierno del estado de Puebla.
Todo el mundo tenía a Rafael como una especie de persona temida debido a su cercanía con Melquiades y su parentesco con el general, su abuelo, ex gobernador de Puebla del mismo nombre.
Para el Primer Informe de gobierno, Melquiades me pidió que escribiera el mensaje que leería. Revisé con el equipo de trabajo de la Secretaría de Finanzas el Anexo Estadístico y así lo hice. Las llamadas de Rafael a su equipo, eran verdaderamente asfixiantes porque eso generaba revisar reiteradamente los números.
Recuerdo que entró Melquiades a la sala de juntas de Casa Puebla y me preguntó en qué tiempo ya lo tendría en su escritorio (el texto que elaboraba). El gobernador estaba impaciente, era tarde, y la mañana siguiente sería el día del Informe. Le pedí una hora más porque el equipo de Finanzas, liderado en esa reunión por Patricia Leal Islas, no decidía varios temas hasta el visto bueno de Rafael.
Jorge Pérez Bravo, asesor jurídico del gobernador, me comentó: “Lacho, échale ganas; yo los entretengo”. Concluido el encargo, todos nos fuimos a descansar pasada la medianoche.
Después, ocasionalmente nos saludábamos con un “¿qué tal?” y así fue hasta que él, siendo senador, platicó conmigo con motivo de mi renuncia como Director General de Administración de la entonces SCT (otro día escribiré al respecto).
Pasó un tiempo, y en el primer tramo de su campaña para gobernador por Acción Nacional, Marcelo García Almaguer me pidió, a nombre de Rafael, que me hiciera cargo de su cuenta de Twitter. Así fue, le ayudé con ello y con varios textos más. Tuve que dejarlos por otras tareas que surgieron fuera de Puebla.
Ya como gobernador y Fernando Manzanilla Prieto como secretario de Gobernación, recibí la invitación para incorporarme al Gobierno de Puebla. Me tardé mucho en decidir y después de meses, pregunté a Marcelo qué tenía pensado el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, y me expresó que quería que me hiciera cargo de la administración de los recursos que manejaba su hermana, Gabriela, a través del voluntariado de Gobernación. Pensé: “¿Con Fernando Manzanilla?”, y preferí darle las gracias.
Pasó el tiempo, y aquel 24 de diciembre de 2018, recibí una llamada de mi amigo Fermín Alejandro García, de La Jornada de Oriente, uno de los periodistas de Puebla a quienes más respeto. “Horacio, -me preguntó-, ¿ya supiste lo que le pasó a Rafael Moreno Valle y a su esposa?” Le dije: “Sí, estoy consternado y muy triste”.
Fermín no sabía que Rafael Moreno Valle y yo nacimos el mismo día, cosa que Rafael y yo sí tuvimos oportunidad de comentar. Claro que me dolió su muerte y la de su señora esposa, a pesar de no considerarlo, digamos, un amigo cercano.
Hoy se abre esa tristeza ya amortiguada por los años cuando el fiscal, Gilberto Higuera Bernal, muy poco claro, señala: “El resultado técnico fue que una falla en una parte específica, se llaman actuadores lineales de la aeronave, en particular en uno. Producto de ello, la fiscalía realizó diversas acciones de ejercicio penal contra las personas que tenían la obligación de asegurarse, que al tener conocimiento del reporte de fallas, fueran atendidas”.
Es decir, Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso de Moreno Valle, ambos exgobernadores, fallecieron a causa de una avería mecánica, anteriormente reportada y que no fue atendida oportunamente.
Difícil de creer, pero ¿quién soy yo para especular sobre un tema tan serio? Una tragedia que conmovió a Puebla. Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso, q.e.p.d.
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