El ascenso de las armadoras chinas ya no es tendencia, es dominio. En el primer trimestre de 2025, BYD duplicó sus utilidades y superó a Tesla en ingresos anuales, consolidando el liderazgo de China en la industria automotriz del futuro, con apoyo estatal, músculo tecnológico y expansión internacional.
Mexconomy - Mientras Tesla enfrenta una crisis de imagen y un desplome financiero en sus mercados clave, BYD no deja de crecer. La automotriz china reportó utilidades por 1,300 millones de dólares en el primer trimestre de 2025, un crecimiento de 100.38% respecto al mismo periodo del año anterior, impulsada por una agresiva expansión de su portafolio de autos eléctricos e híbridos.
El dato es demoledor: BYD registró ingresos anuales de 107 mil millones de dólares en 2024, rebasando por primera vez a Tesla, que se quedó en los 97.7 mil millones. Más allá del volumen, la marca china exhibe una estrategia afilada: tecnología propia, modelos accesibles, fuerte presencia internacional y respaldo directo del Estado.
En contraste, Tesla enfrenta una caída del 70% en sus ingresos netos durante los primeros meses de 2025, y sus ventas en Europa se desplomaron 42%. A esto se suma el desgaste reputacional de Elon Musk, cuyas polémicas han contaminado la percepción pública de la empresa, restándole fuerza frente a competidores más silenciosos pero eficaces.
La diferencia no solo es financiera, es tecnológica. BYD acaba de lanzar la Super e-Platform, una solución de carga ultrarrápida capaz de entregar 400 km de autonomía en cinco minutos. Esta innovación pone a Tesla a la defensiva, y demuestra que el liderazgo tecnológico ya no está en California, sino en Shenzhen.
Aunque la marca china aún no ha ingresado al mercado estadounidense por los altos aranceles, su crecimiento en Europa y América Latina ha sido exponencial: las ventas internacionales de BYD crecieron 72% en 2024. Mientras Washington impone barreras, Pekín avanza con inteligencia comercial y una visión a largo plazo.
En suma, la supremacía de BYD no es casualidad. Es el reflejo de un modelo industrial estratégico, respaldado por políticas públicas, inversión sostenida en I+D y una lectura precisa del mercado global. Tesla, símbolo de la revolución eléctrica, enfrenta ahora una competencia que ya no lo admira, lo rebasa.
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