Apenas han pasado dos semanas del asesinato de Gail Castro —hermano del influencer Markitos Toys— y la atención no está centrada en la investigación ni en la violencia que cobró una vida más, sino en la reciente aparición pública del youtuber sinaloense, fuertemente escoltado, en Puerto Vallarta.

Puerto Vallarta - Jal.- El video difundido en redes sociales no solo muestra a Markitos rodeado de seguridad mientras camina entre turistas y curiosos, sino también a un público que, entre aplausos y peticiones de selfies, parece olvidar que se trata de una figura cuya vida pública está cada vez más entrelazada con episodios de violencia.

Su regreso no ha pasado desapercibido. Lejos de la discreción que se esperaría en medio de una tragedia familiar, la escena se ha interpretado por muchos como una demostración de poder y visibilidad que raya en la insensibilidad, en un contexto donde la violencia criminal no da tregua a Sinaloa ni a Baja California.

El asesinato de Gail Castro, quien recibió cinco disparos en un restaurante de Ensenada, tiene ya dos presuntos responsables detenidos. Sin embargo, el foco mediático parece girar más en torno al espectáculo que al fondo: una vida perdida, una familia afectada y un entorno en el que el blindaje personal se normaliza mientras la impunidad sigue latente.