Las cifras oficiales de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de abril de 2025 pintan un cuadro aparentemente optimista del mercado laboral en México: 61.5 millones de personas integran la población económicamente activa (PEA), lo que representa un aumento anual de 45 mil personas. La tasa de desocupación se ubica en un modesto 2.5 %, mientras que la subocupación muestra una ligera disminución respecto al año anterior.

Mexconomy / Región Global - Sin embargo, tras la fachada de estas cifras positivas se esconde un mercado laboral profundamente marcado por debilidades estructurales, desigualdad y precariedad.

La aparente estabilidad del empleo se desmorona al analizar la tasa de participación económica, que cayó de 60.5 % en 2024 a 59.4 % este año. Esto revela que más personas dejaron de buscar empleo, quedaron excluidas del mercado laboral o viven de los programas sociales. Particularmente preocupante es la caída en la participación de las mujeres (de 46.4 % a 45.4 %), reflejo de las barreras persistentes que enfrentan para incorporarse al mundo laboral.

El problema más alarmante sigue siendo la informalidad laboral, que afecta al 54.7 % de la población ocupada. Esta cifra, lejos de ser residual, revela que más de la mitad de los trabajadores mexicanos carece de seguridad social, prestaciones y estabilidad laboral. En las zonas urbanas, la tasa alcanza el 44 %, y en las rurales, un escandaloso 68.5 %.

La subocupación —personas que quieren o necesitan trabajar más horas— se mantiene alta en 7.1 % de la población ocupada, mientras que la tasa de condiciones críticas de ocupación —aquellos que trabajan con jornadas extremas y bajos ingresos— asciende a 32 %. Esto significa que uno de cada tres trabajadores labora en condiciones de alta precariedad, con ingresos insuficientes para vivir dignamente.

Si bien se reporta una disminución en el porcentaje de personas que perciben hasta un salario mínimo (de 44.2 % a 39.8 %), esto no significa necesariamente un avance. Por el contrario, el aumento de la informalidad y el hecho de que 17.5 % de los trabajadores no reportan ingresos claros —una cifra que subió más de 4 puntos en un año— evidencia una economía sumergida y un mercado laboral frágil que oculta los verdaderos niveles de ingreso y las condiciones laborales.

La brecha de género persiste con fuerza: las mujeres no sólo tienen una menor tasa de participación económica, sino que enfrentan una mayor proporción de empleo informal y subocupación. En las regiones rurales, la informalidad supera los dos tercios de la población ocupada, perpetuando un círculo de pobreza y exclusión.

El balance de la ENOE para abril de 2025 revela que México está atrapado en un espejismo estadístico de recuperación laboral: más gente aparece “ocupada” en las estadísticas, pero la calidad de los empleos sigue siendo insuficiente, precaria y con salarios bajos. La informalidad y las condiciones críticas de ocupación muestran que el país no ha resuelto su problema económico: la falta de un modelo productivo capaz de generar empleo digno y sostenible para todos.

El discurso triunfalista de las cifras oficiales contrasta con la realidad cotidiana de millones de mexicanos que, aunque oficialmente ocupados, sobreviven en la informalidad y la precariedad. Mientras no se ataque de raíz la desigualdad y la estructura productiva, la cifra de ocupación seguirá siendo, en el mejor de los casos, un engaño estadístico.