Después de cinco meses desde el inicio del nuevo gobierno estatal, el gobernador Alejandro Armenta sostuvo su primer encuentro formal con el empresariado poblano, representado por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE). La cita, no fue casual ni protocolaria: fue la respuesta a una urgencia real. Puebla no crecerá sin inversión privada.
Puebla de Zaragoza, Pue. — Y esa verdad, aunque evidente para los actores económicos, apenas comienza a reconocerse desde el poder ejecutivo local.
Durante su intervención, el mandatario lanzó una frase reveladora: “El gobierno no puede solo”. En ese reconocimiento —tan básico como necesario— se sintetiza la gravedad de la situación. Puebla enfrenta indicadores industriales ambivalentes, una tendencia estructural negativa y una pérdida progresiva de relevancia frente a los polos productivos del norte y el Bajío.
La reunión estuvo marcada por un lenguaje conciliador, pero también por señales de fondo que invitan al escepticismo. Armenta habló de “una visión endógena” del desarrollo, en la que el protagonismo recae casi exclusivamente sobre empresarios locales. En el mismo discurso, cuestionó de forma implícita los modelos orientados a la inversión extranjera directa (IED), como el de la extinta Ciudad Modelo, asociada con intereses foráneos.
“Aunque no compartamos partido, ni religión, ni ideología, tenemos que construir agendas de trabajo en común”, declaró Armenta. Sin embargo, los representantes del sector privado no sólo buscan mesas de trabajo, sino certidumbre, Estado de derecho, infraestructura funcional y visión estratégica.
El encuentro sirvió como punto de partida, pero también como termómetro: el empresariado local está dispuesto a colaborar, pero exige condiciones reales para invertir. Y esas condiciones no dependen sólo del ánimo cooperativo, sino de políticas públicas coherentes con la nueva etapa industrial que se abre en el mundo y en México.
En la voz del Consejo Coordinador Empresarial, de la mano de Héctor Sánchez, quedó claro el mensaje: Puebla necesita reglas claras, seguridad jurídica y una política económica de largo plazo. Sin eso, ni la inversión local ni la internacional podrán sostener el aparato productivo regional.
La reunión de esta semana fue necesaria, pero tardía. El reloj económico corre en contra, y la inercia del estancamiento amenaza con instalarse en el sexenio de Armenta si no se corrigen las prioridades. El próximo paso no es ideológico: es técnico. Y comienza por comprender el rol que sí debe jugar la inversión extranjera si Puebla quiere tener futuro en la nueva economía global.
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