📍 La presidenta Claudia Sheinbaum anunció que reformará al INE por considerarlo parcial y extralimitado. Su bancada la respalda: en septiembre comenzará el rediseño del sistema electoral, anunció Ricardo Monreal. El riesgo: someter al árbitro a la voluntad del poder. ⚖️🗳️
Ciudad de México. En su mañanera del pueblo, la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó una crítica directa contra un grupo de consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) que cuestionaron el proceso de la elección judicial del pasado 1 de junio. Acusó al organismo de haber asumido facultades que no le corresponden y anticipó una reforma electoral para limitar su intervención futura.
Poco después, el coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, respaldó la postura de Sheinbaum y confirmó que la reforma será discutida a partir del 1º de septiembre. Así, la presidenta electa replantea su relación con el INE, con una advertencia institucional de fondo: el rediseño del árbitro electoral está en marcha.
El proceso electoral del 1 de junio no fue una elección ordinaria. Por primera vez, la ciudadanía participó en la elección directa de jueces, magistrados y ministros. Aunque los resultados favorecieron abrumadoramente a los perfiles respaldados por Morena, un grupo de cinco consejeros del INE expresó preocupaciones públicas sobre el proceso: opacidad en la integración de candidaturas, uso político de recursos (acordeones) y falta de garantías de imparcialidad.
La postura, emitida a través de posicionamientos y declaraciones públicas, no fue institucional ni vinculante, pero continúa generando reacciones desde Palacio Nacional. Para Sheinbaum, el INE se salió de su papel técnico y asumió un rol político.
Durante la conferencia matutina, la presidenta electa descalificó la intervención crítica de los consejeros y puso en duda su neutralidad:
Son un grupo de consejeros que no actúan buscando que se cumpla la voluntad del pueblo. Tienen una posición política. El INE se extralimitó. Quieren revisar cosas que no les corresponden.
Sheinbaum también recordó el fraude electoral de 2006, en un intento de señalar una continuidad entre los actores que hoy critican la Cuarta Transformación y los que entonces validaron una elección cuestionada. La alusión refuerza la idea de que el Instituto sigue siendo, a su juicio, un obstáculo político más que un árbitro neutral.
Horas más tarde, en el recinto legislativo de San Lázaro, Ricardo Monreal respaldó la acusación de Sheinbaum y confirmó que la reforma electoral se discutirá en el periodo ordinario que comienza el 1º de septiembre. La bancada de Morena, que tendrá mayoría calificada con aliados en la siguiente legislatura, no necesitará negociar con la oposición para modificar el diseño institucional del INE.
“El INE ha estado actuando de manera parcial, extralimitada, por capricho. La crítica de la presidenta es correcta y será respaldada con una reforma que estamos listos para construir”, afirmó el legislador.
Monreal argumentó que la reforma electoral no debe sorprender, pues ha sido una práctica común después de elecciones presidenciales desde 1988. Sin embargo, el proceso actual no surge de un cuestionamiento generalizado, sino de una confrontación entre el poder hegemónico y un grupo de consejeros que discrepan.
La elección judicial ha sido uno de los ejercicios electorales más polémicos de la historia de México. Su implementación apresurada, la falta de parámetros institucionales sólidos y la concentración de candidaturas en torno a perfiles afines al oficialismo generaron cuestionamientos dentro y fuera del INE. Pero lejos de abrir una discusión sobre los desafíos del nuevo modelo judicial-electoral, la respuesta presidencial se centró en desacreditar al árbitro.
La inminente reforma electoral apunta a revisar temas como:
- La estructura del INE y sus atribuciones
- El financiamiento público a partidos
- La existencia de legisladores plurinominales
- El papel de los órganos autónomos en procesos no presidenciales
En un contexto donde la mayoría morenista no enfrenta contrapesos efectivos, el rediseño del sistema electoral se presenta como una posibilidad real sin negociación con la oposición. El riesgo: debilitar la autonomía de los árbitros bajo el pretexto de la eficiencia o la “voluntad del pueblo”.
La presidenta no ha presentado aún una propuesta técnica o borrador de iniciativa, pero la narrativa ya está trazada: el INE se extralimita, y debe ser transformado. Menos prespuesto, menos consejeros, menos candidatos, menos partidos, es lo que está en juego
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