El IMSS, en Villa de Álvarez, volvió a exhibir la podredumbre institucional que habita en las entrañas de sus clínicas y hospitales. Un hombre de la tercera edad que tuvo la osadía —sí, la osadía— de exigir sus medicamentos en la farmacia del Hospital General de Zona No. 1 terminó convulsionando en el piso tras ser golpeado.

VILLA DE ÁLVAREZ, Colima. - El derechohabiente fue sometido por tres guardias de seguridad que lo golpearon con puños, fuerza excesiva, y lo arrastraron como si se tratara de un delincuente.

¿Su delito? Alzar la voz para reclamar un derecho básico en un sistema de salud que presume “atención digna y de calidad” mientras pisotea la dignidad de los pacientes con la bota de la impunidad. “El señor les pedía que por favor quitaran sus gordos pies de su cabeza y cuerpo”, narró un testigo. Pero los guardias se hicieron sordos —como se hace sorda la burocracia del IMSS cada vez que un derechohabiente levanta la voz— y lo siguieron golpeando en la cara y el cuerpo.

“Yo les empecé a gritar que lo dejaran porque lo estaban lastimando, que no era justo tantos encima de un hombre”, relató un testigo que grabó la agresión. “No fue hasta que vieron que empezó a convulsionar cuando se asustaron la bola de puercos y se empezaron a alejar.” Solo entonces, entre la rabia de la gente, lo subieron a una silla de ruedas y lo llevaron a urgencias.

El IMSS, ese aparato costosísimo, gris y burocrático, que suele reaccionar con una nota insípida, salió a sus redes para decir que ‘se han iniciado los procedimientos correspondientes’ y que ‘reiteramos nuestro compromiso con una atención segura, digna y de calidad’. ¿De verdad creen que esas palabras vacías bastan para limpiar la brutalidad exhibida? ¿Con qué cara pretenden hablar de calidad cuando sus guardias de seguridad se convirtieron en la policía política de la medicina y redujeron a un hombre enfermo como si fuera un criminal?

Esto no es un caso aislado. Es la consecuencia directa de un sistema de salud colapsado, deshumanizado y profundamente insensible, que responde con violencia a la exigencia de medicamentos mientras se esconde detrás de boletines oficiales. Lo que ocurrió en Villa de Álvarez, Colima, es la fotografía de la tragedia nacional: un país que castiga la protesta y la transforma en delito.

¿Dónde están las sanciones? ¿Dónde están las disculpas públicas, la reparación del daño y el castigo inmediato a esos guardias?

Lo que el IMSS llama “procedimientos correspondientes” huele a carpetazo burocrático y a encubrimiento. Los derechohabientes no necesitan boletines: necesitan justicia y un sistema de salud que no convierta la indignación legítima de un paciente en motivo de golpiza.