A dos décadas de silencio institucional, la tragedia volvió a poner a La Galarza en el mapa político de Puebla. Tras la tromba que arrasó con decenas de viviendas, el gobernador Alejandro Armenta llegó acompañado de autoridades estatales para entregar apoyos y ofrecer soluciones.
Izúcar de Matamoros, Pue.- “Tuvieron que pasar veinte años para que un gobernador volviera”, comentan habitantes de la junta auxiliar. La última vez, recuerdan, fue para inaugurar una obra menor. Esta vez, la emergencia -que arrastró no sólo paredes y techos-, motivó la atención oficial. Alejandro Armenta caminó por las calles anegadas, acompañado de cámaras y funcionarios.
Con muebles y electrodomésticos en la mano, el gobernador entregó enseres como símbolo de cercanía. “No vamos a dejarlos solos”, prometió mientras recorría las áreas más golpeadas, cerca de la acequia que cada año amenaza con desbordarse. La visita se convirtió en un mensaje político: un gobierno presente que atiende de inmediato.
No obstante, en La Galarza, la memoria de la ausencia es más fuerte que cualquier discurso. “Antes venían a cortar listones y luego no regresaban”, dice una vecina. Esta vez, la tragedia obligó al gobierno a reaparecer. La emergencia reveló un problema a las puertas del sur de Puebla: las lluvias golpean cada año, pero las soluciones se reparten a cuentagotas.
Eliseo Morales Rosales, presidente municipal de Izúcar de Matamoros, reportó que 19 viviendas resultaron afectadas, cinco de ellas con daños estructurales. Aunque, según su propio dicho, no representan un riesgo inminente, serán incluidas en el plan de recuperación. El gobernador, por su parte, anunció la rehabilitación de viviendas y la apertura del cauce para evitar nuevas tragedias.
El problema del cauce y la acequia no es nuevo. Cada año, el desbordamiento amenaza a las familias de La Galarza. El gobierno estatal promete ahora desazolvar y ampliar el cauce como medida urgente. “Les construiremos hacia arriba, en un espacio seguro”, ofreció Armenta, interrumpido por una nueva lluvia que volvió a recordarle la fragilidad del terreno… y de las promesas.
El gobernador anunció su regreso el próximo lunes para supervisar las obras, reforzando la idea de que la presencia política no será sólo un acto simbólico. Pero el recuerdo de las visitas fugaces sigue latente. “A ver si no se olvidan de nosotros cuando pase la emergencia”, lamenta otra vecina.
El municipio informó que se levantó un primer censo para evaluar las pérdidas materiales y se prepara un segundo para identificar posibles daños adicionales. Los habitantes temen que, tras el segundo censo, llegue el olvido. Porque, como todos saben, el apoyo no siempre se traduce en reconstrucción.
En sus redes sociales, Alejandro Armenta escribió: “#PensarEnGrande significa ser solidarios ante la adversidad”. En su discurso, evocó los valores de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y prometió que en Puebla “nadie se queda solo”. Sin embargo, en La Galarza, las paredes agrietadas y el cauce peligroso cuentan otra historia: la tragedia no es sólo la lluvia, sino el olvido.
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