La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se presentó con gesto firme y tono mesurado ante los medios. Con un rostro “visiblemente serio”, la mandataria reveló que expresó su desacuerdo con las redadas migratorias al subsecretario de Estado de EE.UU., Christopher Landau.

CIUDAD DE MÉXICO / WASHINGTON “No estamos de acuerdo con que se utilicen redadas para detener a personas que trabajan honestamente en Estados Unidos. Eso daña a las personas y también a la economía de Estados Unidos,” dijo Sheinbaum desde Palacio Nacional, marcando distancia con las acciones del gobierno de Donald Trump justo en medio de una nueva escalada antiinmigrante.

La visita de Christopher Landau, exembajador de EE.UU. en México durante el primer mandato de Trump, no fue ordinaria. Fue su primera reunión formal con Sheinbaum en su nuevo cargo como subsecretario de Estado del Departamento de Estado. El encuentro duró más de dos horas y, al salir, Landau se retiró sin dar declaraciones. Según Sheinbaum, la conversación fue “más de cortesía”, pero dejó espacio para temas clave.

“Hablamos de seguridad, migración, le mostramos resultados. Pero también hablamos de la defensa de nuestros hermanos migrantes,” explicó la presidenta, que remarcó la necesidad de una relación sólida entre ambos gobiernos.

La tensión diplomática ya venía en ascenso. A principios de semana, la Secretaria de Seguridad Interior de EE.UU. acusó a Claudia Sheinbaum de “incitar las protestas” contra las redadas migratorias en Los Ángeles. La acusación, sin precedentes contra un jefe de Estado mexicano, se da en medio de operativos del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) que han llevado a la detención de 61 mexicanos, incluyendo poblanos, y otros cientos de migrantes de distintas nacionalidades.

Sheinbaum ha rechazado enérgicamente la narrativa estadounidense: “No estamos alentando protestas violentas. Estamos defendiendo derechos humanos básicos”. La postura del gobierno mexicano sigue siendo contenida, pero empieza a trazar una línea diplomática frente al endurecimiento migratorio republicano.

El presidente Donald Trump por su parte, reconoció que sus políticas migratorias “muy agresivas” han provocado molestias entre los sectores productivos de Estados Unidos.

“Nuestros grandes agricultores y personas del negocio hotelero han dicho que nuestra política migratoria está alejando a trabajadores muy buenos y de largo tiempo. Es casi imposible reemplazar esos empleos,” declaró Trump, al tiempo que culpó a las políticas de fronteras abiertas de Joe Biden por permitir la entrada de “criminales” que ahora, según él, buscan ocupar esos trabajos.

“Debemos proteger a nuestros agricultores, pero sacar a los CRIMINALES DE ESTADOS UNIDOS. ¡Se avecinan cambios!” advirtió, en una mezcla de amenaza y promesa electoralista que anticipa nuevas medidas restrictivas para las próximas semanas.

El regreso de Landau como interlocutor de Trump en América Latina, la ofensiva del ICE, la presión empresarial en EE.UU. y la respuesta diplomática de México reflejan un panorama complejo donde la defensa de los migrantes se vuelve el eje de una nueva frontera ideológica entre los gobiernos de la región.

La presidenta Sheinbaum, se enfrenta a su primera gran prueba internacional: equilibrar la defensa de millones de connacionales en EE.UU. con una relación estratégica marcada por la asimetría. El reloj migratorio sigue corriendo, y con él, la incertidumbre para millones de familias entre Veracruz, Puebla, Oaxaca (...), Nueva York, California y prácticamente en todo EE.UU..