
Si los baches se taparan con frases bonitas, Puebla sería pista de Fórmula 1. Pero en esta tierra de “ángeles”, las calles están reventadas y los políticos sólo se asoman en banderazos de micro obras frente al inmenso desastre de los baches. Mientras tanto, la ciudadanía los observa con incredulidad y esquiva cráteres con el mismo arte con que los políticos sortean promesas.
Ahí está el gobernador Alejandro Armenta, con su frase “bonita”: “Lo que amas, lo cuidas”. (Alguien seguramente le dirá: “Por eso te quiero.” “¿Por qué?” ¡Por mentiroso!).
Las palabras no tapan baches ni evitan que los coches truenen. Generan otras cosas, como las sonrisas forzadas de Tonantzin Fernández y Lupita Cuautle, presidentas municipales de San Pedro y San Andrés Cholula, quienes se aparecieron en el evento para aplaudir la rehabilitación de laterales, aunque sus calles siguen hechas pedazos.
Armenta presume el “Escuadrón de Maquinaria”, con José Manuel Contreras de los Santos posando con cifras de “304 calles rehabilitadas”, como si fueran estampitas coleccionables, mientras el vicealmirante Francisco Sánchez, secretario de Seguridad Pública, se asoma también para recordarnos que “esto es por seguridad”.
Y también la endeudada Pemex ha salido a relucir como parte de —por fin— una solución: con “insumos” donados gracias al “primer lugar en recuperación de hidrocarburos”, aunque nadie dice cuántos litros se recuperaron, cuántas tomas siguen activas, ni cuánto costarán esas obras.
Y entre todo este festival de anuncios y frasecitas “bonitas”, hay un ángel que brilla por cómo tiene a la ciudad que gobierna: Pepe Chedraui, presidente municipal de Puebla. Ese ángel que debería estar al frente del rescate de las calles, sólo aparece en banderazos. Sale en la foto con Armenta y la obligada declaración de respaldo, pero no hay acciones de rehabilitación de su gobierno que trascienden. Nada.
¿Por qué Armenta tuvo que entrar a la capital con todo y “escuadrón”? Porque el 75% de los poblanos dicen que el principal problema del estado son las vialidades, y el mismo porcentaje de calles está destrozado. Porque Morena ya se dio cuenta de que, si no se ponen a asfaltar, la elección intermedia de 2027 puede tropezar con un bache.
Entre tanto, la oposición ya mira con lupa los perfiles y prospectos de 2027, porque algo es seguro: los baches no tienen color partidista; revientan llantas morenistas, priistas y panistas por igual, y si no se tapan, también revientan campañas.
Cuando menos este martes, Puebla fue un desfile de ángeles sin casco de obra, sin pala en mano pero sí con frases “bonitas” en cada tuit. No vaya a ser que Morena se tropiece con un bache. O con Pepe Chedraui. O con ambos.
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