Un joven de 22 años murió este jueves al caer desde lo alto de la torre Platea, en el complejo residencial Punta Alta, ubicado en la Reserva Territorial Atlixcáyotl, en la zona de Angelópolis, Puebla. Las autoridades investigan como posible suicidio.
Angelópolis, Pue. — La imagen de su cuerpo tendido a la entrada del estacionamiento paralizó a vecinos, trabajadores y familiares. Axel F., de 22 años, se habría arrojado desde el último piso de la torre, de más de 20 niveles de altura, según testigos que presenciaron el momento. El hecho ocurrió alrededor de las 11:00 horas.
Desde la azotea del edificio, varios habitantes reportaron haber visto al joven impulsarse y caer sin mediar palabra. "Se subió y se dejó caer", relató una residente, mientras otra persona señalaba a familiares del joven que llegaron poco después, vestidos de blanco y en estado de shock.
El impacto fue brutal. Paramédicos que arribaron a la escena confirmaron que el joven ya no presentaba signos vitales y que había exposición de masa encefálica. Elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y de la Secretaría de Seguridad Pública acordonaron de inmediato la zona y cubrieron el cuerpo con una lona.
La tragedia generó consternación entre los residentes del complejo. Un pasillo entero quedó sellado, mientras peritos de la Fiscalía General del Estado de Puebla llegaban pasadas las 13:00 horas para realizar el levantamiento del cuerpo. Aunque de forma preliminar se manejó la hipótesis de suicidio, serán las autoridades las que determinen oficialmente las causas del fallecimiento.
El suceso revive la memoria de otro caso similar ocurrido el pasado 10 de junio, cuando un joven, también de 22 años, se lanzó desde el décimo piso del edificio High Towers, ubicado en la lujosa zona de Sonata, en Lomas de Angelópolis. La cercanía entre ambos casos, tanto en tiempo como en geografía, ha encendido alertas silenciosas sobre el estado emocional de la juventud en sectores privilegiados de la ciudad.
Mientras el complejo Punta Alta regresaba poco a poco a su rutina, el eco del impacto seguía presente entre quienes atestiguaron el suceso. "No lo podíamos creer", dijo una vecina. "Ahí estaba... y ya no estaba".
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