El anuncio del despido de más de mil trabajadores en la planta de Volkswagen Puebla es solo la cara más visible de un derrumbe económico mayor: la caída de las exportaciones, el freno de la industria automotriz y la fragilidad del modelo laboral que durante décadas sostuvo a la entidad.

Puebla de Zaragoza, Pue. — El futuro de 1,093 trabajadores sindicalizados de Volkswagen Puebla tiene fecha marcada: octubre de 2025. Así lo confirmó Hugo Tlalpan, secretario general del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Industria Volkswagen (SITIAVW), al reconocer que la empresa reducirá un turno completo en la línea de producción debido a un ajuste en las proyecciones de ensamble. La noticia no es un hecho aislado, sino la consecuencia de una crisis que ya se siente en el comercio exterior y en el mercado laboral de Puebla.

Las palabras de Tlalpan son reveladoras: “de acuerdo al volumen de producción pronosticado para este año y el siguiente se necesita dejar de producir 50,000 unidades (…) sobran 1,093 puestos de trabajo”. Aunque el sindicato logró que el tribunal postergara la discusión hasta el mes de octubre de este tema, el recorte es inevitable. En una planta con 7,131 obreros sindicalizados, significa la pérdida de casi el 15% de la plantilla. El dirigente admite que lo único alcanzado fue “ganar tiempo”, sin que existan alternativas claras para conservar los puestos.

Acuerdo salarial que disfraza el golpe laboral

Antes del anuncio de despidos, el SITIAVW había presentado como un triunfo la negociación salarial con Volkswagen: un incremento global del 6.16%, que incluye aumentos directos, aportaciones al fondo de ahorro, compensaciones por trabajos especiales y un pago único. Tlalpan insistió en que el acuerdo se colocaba “en la media de la industria automotriz” y que el objetivo central fue evitar la huelga. Sin embargo, el trasfondo es otro: el sindicato privilegió la estabilidad inmediata para enfrentar un ajuste de producción que ahora cobra forma en un despido masivo.

El dilema queda claro: la “paz laboral” tuvo un costo, y se medirá en los más de mil trabajadores que quedarán fuera de la planta en cuestión de semanas. La estabilidad sindical fue apenas un paréntesis dentro de una crisis que supera las negociaciones locales.

La “debacle exportadora” en Puebla

Lo advertía Mexconomy semanas antes: “En Puebla, la debacle exportadora ya cobra factura al empleo, mientras pululan narrativas de proyectos que se despliegan como un disfraz de progreso que no llega a la gente”. Y las cifras confirman el diagnóstico. En el primer trimestre de 2025, Puebla exportó 3,360.2 millones de dólares, un desplome del 19% frente al mismo periodo de 2024, el nivel más bajo desde 2022. El 81.8% de esas exportaciones provinieron de la industria automotriz, revelando la dependencia estructural de la economía poblana de un solo sector.

La caída no es un ciclo pasajero: es la señal de un modelo agotado. Cuando la demanda internacional de autos se frena y las tensiones comerciales con Estados Unidos se recrudecen, el impacto es inmediato en Puebla: se detienen turnos, se frenan contrataciones y se preparan despidos. El gigante automotriz que por años sostuvo el crecimiento económico local se revela como un coloso vulnerable, sostenido sobre una base frágil.

El mercado laboral ya reflejaba desde inicios de 2025 el deterioro. Los registros del IMSS Puebla muestran que de enero a junio los empleos eventuales pasaron de 89,110 a 85,430, lo que representa una caída del 4.13%. Entre los empleos urbanos, se perdieron 3,878 puestos en apenas seis meses. Detrás de cada número hay familias que enfrentan despidos, contratos no renovados o jornadas reducidas.

La estabilidad de los empleos permanentes, que crecieron un 1.36% en el semestre, no significa recuperación. Más bien, se trata de un efecto contable: el empleo eventual actúa como amortiguador silencioso de la recesión, cargando con los primeros ajustes sin que la estadística general del mercado laboral muestre un colapso inmediato.

El gobernador Alejandro Armenta promueve con insistencia el discurso de “Puebla, capital de la electromovilidad”, acompañado de anuncios de proyectos ferroviarios y de infraestructura. Sin embargo, estos proyectos no han generado paliativos para los trabajadores que hoy enfrentan la pérdida de ingresos. La brecha entre el relato oficial y la realidad cotidiana es profunda: mientras el gobierno presume progreso, las armadoras reducen producción y preparan recortes.

Mexconomy fue tajante: “La caída exportadora no es un ciclo más, es el colapso de un modelo de crecimiento que Puebla nunca diversificó”. En esa frase se resume la situación actual. Puebla apostó durante décadas a un motor económico casi exclusivo —la industria automotriz— y hoy el modelo se resquebraja con fuerza.

Crisis sindical

El SITIAVW va a ser sacudido en cuestión de unas semanas. Pero además enfrenta otro desafío: la credibilidad interna. Tlalpan reconoció que existe desconfianza entre la base debido a un quebranto financiero de 40 millones de pesos heredado por administraciones anteriores. Incluso la caja de ahorro de 3,000 trabajadores estuvo bajo sospecha por presuntos manejos indebidos. Aunque el actual liderazgo promete transparencia y acciones jurídicas contra los responsables, la coyuntura laboral amenaza con profundizar el descontento sindical.

El panorama es claro. El despido de 1,093 obreros de Volkswagen no es un episodio aislado, sino la expresión concreta de una crisis más amplia: la caída de exportaciones, la dependencia excesiva de la industria automotriz y la ausencia de diversificación económica en Puebla. La entidad enfrenta una tormenta donde se cruzan el colapso de su motor exportador, el retroceso del empleo formal y la fragilidad sindical.

El próximo trimestre será determinante. Mientras las cifras muestran pérdidas y ajustes, las familias poblanas viven la realidad de un modelo que ya no garantiza estabilidad. La narrativa de la electromovilidad y los megaproyectos estatales se estrellan contra la contundencia de los datos: menos exportaciones, menos empleos y un futuro inmediato de incertidumbre laboral.

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