Rusia, Irán y Qatar concentran más de la mitad de las reservas mundiales de gas natural, configurando un mapa energético en el que la seguridad y la diplomacia se entrelazan con la transición hacia fuentes limpias.
Mexconomy — El gas natural se ha convertido en uno de los ejes estratégicos más relevantes de la geopolítica contemporánea. Su papel como fuente energética flexible y menos contaminante que el carbón o el petróleo lo coloca en el centro de las tensiones globales. La concentración de reservas en pocos países, el auge de la demanda impulsada por la digitalización y el impacto de los conflictos bélicos lo convierten en un recurso de poder político y económico.
De acuerdo con cifras de 2023, Rusia, Irán y Qatar dominan el escenario mundial al sumar el 51% de las reservas globales de gas. Rusia, con 1,688 billones de pies cúbicos, ocupa una posición hegemónica en Europa y Asia, mientras que Irán (1,200 billones) y Qatar (843 billones) refuerzan el peso del Medio Oriente. Otros países como Estados Unidos, Turkmenistán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, China, Nigeria y Venezuela completan el cuadro de potencias gasíferas, que en conjunto concentran el 83% del total mundial.
El valor estratégico del gas natural radica en su papel dentro del mix energético global, donde representa el 23% del consumo mundial y, en el caso de Estados Unidos, alcanza el 40% de la generación eléctrica. Su capacidad de activación rápida —operando al 80% en minutos— lo convierte en un respaldo inmediato frente a las limitaciones de las energías renovables intermitentes. Además, produce 50% menos emisiones de CO₂ que el carbón y 30% menos que el petróleo, consolidándolo como el “combustible puente” hacia la descarbonización.
Las cifras de 2024 confirman esta relevancia: la demanda global aumentó 2.5%, la producción mundial subió 1.2% y el comercio internacional creció 3.3%, la primera alza sostenida desde 2021. Este impulso está estrechamente ligado a la expansión de los centros de datos y la inteligencia artificial, cuya demanda energética pasará de 415 TWh en 2024 a 945 TWh en 2030, con un incremento del 165%. Solo en Estados Unidos, el consumo de estos centros podría triplicarse en menos de una década.
La dimensión geopolítica es igualmente determinante. Antes de 2022, Europa dependía en un 40% del gas ruso. Con la invasión de Ucrania, Moscú utilizó este recurso como arma de presión, obligando a los países europeos a diversificar proveedores y acelerar inversiones en hidrógeno verde. En paralelo, Estados Unidos se consolidó como el mayor exportador hacia el continente, integrando la energía en la dinámica de los mercados y de los aranceles estratégicos.
Este panorama demuestra que el gas natural no solo es un recurso económico, sino también un instrumento de diplomacia y poder. La concentración de reservas en pocos países genera vulnerabilidades para los consumidores, que buscan reducir su dependencia mientras sostienen la seguridad energética. Al mismo tiempo, regiones como África y Asia enfrentan la necesidad de expandir su electrificación e industrialización, alimentando un crecimiento constante en la demanda.
La paradoja de la transición energética es clara: aunque el gas natural se concibe como una etapa intermedia hacia un modelo más limpio, su consumo seguirá creciendo hasta 2050, con proyecciones de aumento del 32% en la demanda mundial. Este desafío temporal obliga a equilibrar los avances en energías renovables, eficiencia y almacenamiento con la realidad inmediata de mantener la estabilidad de los sistemas eléctricos.
En este contexto, el gas natural permanecerá en el corazón de la política internacional. Sus reservas, su comercio y su demanda creciente continuarán definiendo alianzas, rivalidades y estrategias mientras el mundo busca una salida sostenible a la dependencia fósil.
Reservas Mundiales de Gas Natural
Distribución por países principales (Billones de pies cúbicos) - 2023
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