El anuncio de Bad Bunny como protagonista del espectáculo de medio tiempo del Super Bowl ha provocado una ola de reacciones opuestas: mientras la comunidad latina celebra el histórico reconocimiento, sectores conservadores en Estados Unidos lo ven como una provocación política y cultural.
EE.UU. — El cantante puertorriqueño, primer artista latino en encabezar en solitario el show más visto de la televisión estadounidense, se convirtió en blanco de críticas por parte de grupos conservadores y figuras políticas republicanas. Sus posturas previas sobre inmigración y su estilo provocador reactivaron un viejo debate sobre identidad y representación en los grandes escenarios del país.
En respuesta, la organización Turning Point USA, dirigida por Erika Kirk, anunció un evento alternativo titulado “The All American Halftime Show”, que se realizará de forma simultánea al espectáculo oficial. La convocatoria, publicada en redes sociales, invita al público a registrarse y elegir “géneros que quieras escuchar para este show sobre cualquier cosa en inglés”, dejando claro su rechazo al protagonismo latino y al uso del español en el Super Bowl.
El movimiento de Turning Point USA busca posicionar su espectáculo como una “defensa de los valores tradicionales estadounidenses”, reforzando la división cultural que rodea al evento deportivo más seguido del mundo. Hasta el momento, no se han revelado los artistas que participarán en este show paralelo.
Lejos de evitar la polémica, Bad Bunny respondió con ironía durante su participación en Saturday Night Live (SNL): “Puede que no lo sepan, pero voy a hacer el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl y estoy muy feliz, y creo que todos están felices por ello… ¡incluso Fox News!”.
Las tensiones crecieron cuando la congresista Marjorie Taylor Greene criticó que el espectáculo incluya segmentos en español, impulsando incluso una iniciativa legislativa para declarar el inglés como idioma oficial de Estados Unidos. La legisladora también exigió a la NFL “dejar de promover actuaciones sexuales demoníacas durante sus espectáculos de medio tiempo”.
El caso se ha convertido en un espejo de la polarización cultural del país: entre quienes ven en Bad Bunny la representación de una nueva identidad estadounidense diversa y quienes interpretan su presencia como una amenaza a la hegemonía cultural anglosajona.
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