La vigilancia de la salud ha alcanzado el último reducto de la privacidad: el baño. El fabricante tradicional Kohler ha presentado Dekoda, una cámara discreta equipada con Inteligencia Artificial (IA) que se instala en el borde del inodoro.
Mexconomy — Su misión es ambiciosa: analizar los desechos humanos con el fin de la prevención y diagnóstico médico temprano.
Por un costo de $599 USD, más una suscripción anual de hasta $156 USD, el dispositivo promete transformar un acto rutinario en una ventana diagnóstica. El sistema utiliza una cámara de óptica discreta, orientada exclusivamente hacia el interior de la taza, nunca hacia el usuario o el entorno.
Las promesas de Dekoda son:
- Detección de Alteraciones: Identificar signos de deshidratación, sangre oculta o anomalías intestinales simplemente observando los desechos.
- Informes de Salud: Los datos procesados por la IA se muestran en una aplicación con gráficos de hidratación e informes detallados de salud intestinal.
- Seguridad y Privacidad: La empresa garantiza que los datos están cifrados de extremo a extremo, no graba imágenes corporales y emplea autenticación por huella digital para diferenciar perfiles en hogares con varios habitantes.
El lanzamiento de Dekoda es un paso definitivo hacia una nueva era de "baños inteligentes" donde cada descarga puede generar un informe de salud. Si bien la propuesta de diagnósticos tempranos es poderosa, el dispositivo plantea profundos cuestionamientos sobre el límite del monitoreo doméstico.
A pesar de las promesas de cifrado y anonimato total la idea de instalar una cámara con IA en el inodoro sigue generando una incomodidad inherente. Los críticos ven en Dekoda el ejemplo perfecto de cómo la búsqueda de conveniencia y bienestar podría estar llevando a la humanidad a renunciar a la intimidad más básica a cambio de datos. El debate se centra en si estamos dispuestos a sacrificar el último espacio verdaderamente privado de la casa por un puñado de métricas de salud.
Este es el nuevo campo de batalla de la privacidad: un dispositivo que funciona con batería recargable (hasta una semana de autonomía), pero que exige un precio de intimidad digital permanente.

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