Acusado de abusos, espionaje y vínculos con Jeffrey Epstein, el príncipe Andrés cede sus títulos pero conserva privilegios y silencio. Su caída no apaga el escándalo, solo lo congela en Windsor.

Infostockmx — El príncipe Andrés vuelve al centro de la tormenta. Nuevos reportes de la prensa británica revelan que en 2011 habría intentado obtener información personal de Virginia Giuffre —quien lo acusó de abuso sexual— utilizando su protección policial. Según el Mail on Sunday, el príncipe llegó a facilitar la fecha de nacimiento y el número de seguro social de Giuffre a los agentes encargados de su seguridad, justo antes de que se publicara la fotografía de su primer encuentro.

El Sunday Telegraph agregó que Andrés intentó “desenterrar información sucia” sobre la joven, mientras el Sunday Times aseguró que el Príncipe de Gales, William, desaprobó su comportamiento y planea excluirlo de futuros actos de la coronación. La Policía Metropolitana de Londres confirmó que ya investiga las acusaciones.

Giuffre, quien se quitó la vida a inicios de este año, declaró haber sido obligada a tener relaciones sexuales con el príncipe en tres ocasiones, incluso cuando tenía 17 años, en propiedades de Ghislaine Maxwell —actualmente presa por tráfico sexual vinculado a Jeffrey Epstein. En 2022, Andrés pagó un acuerdo extrajudicial para evitar un juicio civil en Estados Unidos, sin admitir culpa alguna.

Presionado por el Palacio de Buckingham y por su propio hermano, el rey Carlos III, Andrés anunció que renunciará a sus títulos y a su membresía en la Orden de la Jarretera, además de dejar de ser duque de York, título otorgado por la difunta reina Isabel II. La decisión busca frenar el desgaste público que amenaza la imagen de la monarquía.

Pese a todo, su castigo parece más simbólico que real. El príncipe mantiene su residencia en el Royal Lodge, una mansión en Windsor con contrato hasta 2078, donde vive junto a su exesposa Sarah Ferguson. Solo se le prohibirá asistir a actos oficiales y celebraciones reales, al menos durante los próximos seis meses.

Mientras la corona intenta proyectar una imagen de firmeza, las revelaciones refuerzan la percepción de que el escándalo de Epstein sigue contaminando a la familia real. La pérdida de títulos no borra el pasado ni la sospecha pública. El príncipe Andrés, relegado y sin honor, sigue siendo el rostro incómodo de una monarquía que no logra limpiar su propio linaje.

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