El cierre parcial del gobierno estadounidense entrará en su segunda semana este lunes, en medio del bloqueo político entre republicanos y demócratas, que amenaza con derivar en despidos masivos de empleados públicos y un impacto creciente sobre la economía.

EE.UU. — Desde el inicio del cierre presupuestario, el miércoles pasado, las partes se responsabilizan mutuamente por la crisis. El presidente Donald Trump ha acusado a la oposición demócrata de obstaculizar las negociaciones, mientras que los líderes del Congreso no han logrado un nuevo encuentro desde la fallida reunión en la Casa Blanca el lunes anterior.

El principal punto de conflicto sigue siendo la extensión de los subsidios al seguro médico vinculados a Obamacare, el programa de cobertura aprobado durante la administración del expresidente Barack Obama. Mientras los republicanos buscan limitar su alcance, los demócratas exigen mantener las exenciones fiscales y apoyos federales que benefician a millones de ciudadanos.

Despidos masivos

El consejero económico de la Casa Blanca, Kevin Hassett (izq. img.), advirtió este domingo que, de persistir el bloqueo, el gobierno podría comenzar con despidos. “Si el presidente cree que las negociaciones no van a ninguna parte, entonces comenzarán los despidos”, declaró en entrevista con CNN. Agregó que el objetivo del Ejecutivo es alcanzar un acuerdo que evite esa medida, aunque reconoció que el margen político se estrecha.

Por su parte, el líder de la mayoría republicana en el Senado, John Thune, admitió que las conversaciones siguen estancadas y anticipó un escenario complejo. “Esto se va a poner incómodo”, señaló en Fox News, al reconocer que el impacto recaerá sobre más trabajadores federales conforme avance el cierre.

Postura demócrata

En respuesta, el líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, advirtió que “si los republicanos continúan negándose a extender las exenciones fiscales de Obamacare, decenas de millones de contribuyentes enfrentarán un incremento drástico en sus costos médicos”.

Desde el miércoles, cientos de miles de empleados públicos considerados “no esenciales” han sido suspendidos sin salario. De no ser despedidos, su situación podría regularizarse una vez levantado el cierre. Sin embargo, la incertidumbre recuerda el episodio de 2018-2019, cuando un impasse similar bajo la presidencia de Trump se prolongó 35 días, generando pérdidas económicas y descontento social.

El actual cierre gubernamental es el más prolongado en siete años y refleja la profunda polarización en torno a la política fiscal y de salud pública en Estados Unidos. Aunque ambas partes afirman buscar una salida negociada, los analistas advierten que la estrategia de presión mutua podría extender la crisis y erosionar aún más la confianza en las instituciones.

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