Un nombre resuena con fuerza en los pasillos de Palacio Nacional: Adán Augusto López Hernández. El exsecretario de Gobernación, considerado “hermano” del expresidente Andrés Manuel López Obrador y hoy coordinador de Morena en el Senado, enfrenta el momento más crítico de su trayectoria política. Filtraciones, investigaciones y documentos fiscales que circularon esta semana comienzan a tejer una red de la que, según analistas, difícilmente podrá escapar.
RG Revista — Una filtración a Televisa desató un nuevo escándalo de corrupción en la llamada Cuarta Transformación. Documentos del Servicio de Administración Tributaria (SAT) revelan que López Hernández declaró ingresos por 80 millones de pesos en 2024, cifra que contrasta de manera abismal con su salario como senador: apenas 131 mil pesos mensuales, que sumados a prestaciones no superan los 200 mil.
Las matemáticas son implacables: 80 millones anuales equivalen a 6.6 millones mensuales o alrededor de 219 mil pesos diarios. Es decir, en un solo día, Adán Augusto reportaba ingresos superiores a lo que ganaba en un mes como legislador. Según sus posteriores explicaciones, el dinero provendría de actividades como empresario, notario, desarrollador inmobiliario y ganadero.
Pero el escándalo financiero es apenas la superficie. Detrás de las cifras emerge una presunta red de corrupción que involucra a funcionarios, empresarios fantasma y, de acuerdo con las pesquisas en curso, operadores del crimen organizado.
El nombre de Hernán Bermúdez Requena resulta clave para dimensionar el caso. Como secretario de Seguridad Pública de Tabasco durante el gobierno de Adán Augusto López, encabezó un grupo operativo conocido como La Barredora. Lo que se presentó como una fuerza de élite era, en realidad —según investigaciones de la Fiscalía General de la República (FGR)—, una organización dedicada al robo de combustible, el llamado “huachicol fiscal”.
La operación no se limitó al sureste. La Barredora extendió su control al tráfico de drogas, aduanas y puertos. Escuchas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) revelan que el entonces gobernador tabasqueño se ponía “a la orden” de los operadores del huachicol.
Entre los nombres que aparecen en los reportes destaca Saúl Ochoa, empresario tabasqueño “íntimamente ligado” a Adán Augusto López, quien habría facilitado un recinto fiscal utilizado para la operación de los hermanos Farías Laguna. También figura el apellido Ovando, presunto huachicolero que realizó transferencias millonarias a Grupo Huerta Madre, empresa que vincula a López Hernández con Rocío Nahle, actual gobernadora de Veracruz y exsecretaria de Energía.
El vínculo con Nahle resulta decisivo. Durante su gestión en la Secretaría de Energía, se asignaron contratos por más de 27 mil millones de pesos relacionados con la refinería de Dos Bocas, proyecto insignia del sexenio lopezobradorista. De ese monto, más de 7 mil millones correspondieron al consorcio encabezado por el empresario Daniel Flores, fallecido en un accidente aéreo en Veracruz. Según las indagatorias, parte de esos recursos habrían financiado la precampaña presidencial de Adán Augusto López, una de las “corcholatas” favoritas antes de que Claudia Sheinbaum asegurara la candidatura.
El factor Andy López y la conexión texana
Si hay un personaje que mantiene en vilo al expresidente López Obrador, ese es su hijo Andrés Manuel López Beltrán, conocido como "Andy". Porque, afirman fuentes políticas, “la caída de Adán Augusto implicaría también la caída de Andy”. Y esa es una línea roja que el patriarca de Palenque no está dispuesto a cruzar.
El vínculo entre ambos casos se rastrea hasta Texas. Tabasco ha sido señalado como epicentro del crudo que llegaba ilegalmente a Arroyo Terminals, instalación ligada a la familia Jensen, de Utah. Autoridades estadounidenses confiscaron 300 millones de dólares y, según versiones judiciales, los Jensen declararon que refinaban petróleo mexicano entregado gratuitamente por operadores vinculados a Andy López Beltrán.
Uno de los intermediarios señalados es Arnold Rojas Tame, conocido como "El Señor de los Tanques". Reportes de inteligencia lo ubican en una reunión en Polanco, a mediados del sexenio, con Gonzalo López Beltrán. El hilo, nuevamente, conduce al círculo más cercano del expresidente.
“No hay políticos corruptos, hay políticos pendejos”, ironiza un analista consultado. “Y Andy fue dejando huellas en cada paso”. El problema para López Obrador, según estas fuentes, es que mientras más revisa el expediente de su hijo, más evidente resulta su participación.
El Mensaje
Durante su comparecencia en el Senado esta semana, la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, lanzó una advertencia interpretada como mensaje directo: “Quien pacte con mafiosos será exhibido”. En consecuencia, más de la mitad de la bancada morenista en la Cámara Alta exige la salida del coordinador. Para muchos, Adán Augusto se ha convertido en un “muerto político”, un dirigente que solo sobrevive por inercia.
Las conexiones con el crimen organizado no son nuevas ni exclusivas de López Hernández. Su equipo de precampaña estuvo integrado por figuras bajo sospecha: Ricardo Peralta, su principal operador territorial, con vínculos con autodefensas; Arturo Ávila, contratista militar y hoy vocero de los diputados de Morena, responsable de dispersar efectivo en eventos; Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa acusado de pactar con el Cártel de Sinaloa; y el senador José Narro, visto con operadores del Cártel del Noreste antes de la desaparición de Gerardo Vázquez Barrera y dos escoltas de la Marina.
La pregunta ya no es si Adán Augusto es vulnerable —el consenso es que lo es—, sino qué ocurrirá con su red de poder, sus operadores y recursos. ¿Seguirán actuando rumbo a las elecciones de 2027 o la presidenta Sheinbaum impondrá una depuración real? ¿Estamos ante un ajuste de cuentas interno o ante el inicio de una limpieza estructural de Morena?
De acuerdo con analistas, el escenario más probable es un “sacrificio controlado”: la remoción de Adán Augusto de la coordinación de Morena en el Senado, conservando su fuero y evitando un proceso judicial. Todo, bajo una narrativa de “rendición de cuentas”, pero sin consecuencias reales.
“Los santos óleos ya se le dieron a Adán Augusto López”, resume un observador con ironía. “Solo falta la fecha de la esquela”.
Desde Palenque, el expresidente observa cómo su legado político se resquebraja. En la Ciudad de México, la presidenta Sheinbaum administra un escándalo que podría redefinir el futuro de Morena y de la Cuarta Transformación. Y en las oficinas del SAT, la FGR y la Sedena, los expedientes siguen creciendo, las filtraciones no cesan y las preguntas se multiplican.

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