La promesa resonó en las montañas de Pantepec con la fuerza de quien necesita ser escuchado. "Volveremos. Esta no es una intervención temporal. Estamos aquí para quedarnos, para reconstruir juntos", declaró el gobernador Alejandro Armenta.

Pantepec, Pue. — Por primera vez, un mandatario estatal llegaba personalmente a estos pueblos olvidados, acompañado por la coordinadora general de Asuntos Intergubernamentales y Participación Social del Gobierno de México, Leticia Ramírez Amaya, quien portaba consigo un mensaje directo de la presidenta Claudia Sheinbaum: "No están solos".

El escenario era desolador. En los albergues temporales instalados en Carrizal Viejo y Carrizal Nuevo, más de 320 personas se resguardaban bajo el cuidado de personal del DIF estatal, la Secretaría de Salud y Protección Civil. Colchonetas alineadas, cobijas apiladas, despensas distribuidas y consultas médicas ejecutadas en condiciones precarias constituían el reflejo tangible de una catástrofe que ha dejado cicatrices profundas en el tejido social. Se distribuían vacunas preventivas en medio de la angustia, un esfuerzo loable pero que no puede ocultar la magnitud de lo perdido.

Sin embargo, fue en el encuentro con los pobladores donde emergió la verdadera medida de la situación. Jaime Clemente Díaz, habitante del Ejido Carrizal Viejo, articuló con precisión la urgencia silenciosa que reina en estas comunidades: "Aunque sean estas circunstancias, es la primera vez que un gobernador viene a nuestra comunidad. Hoy todos perdimos todo, y lo más urgente es el muro de contención". La frase no era una queja electoral, sino un grito de advertencia. El deterioro del muro de contención del río, que protege a cinco localidades —entre ellas La Candelaria, El Carrizal y la colonia El Deportivo— representa no solo un legado de destrucción presente, sino un riesgo inminente de catástrofes futuras si no se ejecuta una reconstrucción integral.

Los avances en la reapertura de caminos han sido tangibles. Gracias a la maquinaria adquirida recientemente por el Gobierno del Estado y al trabajo coordinado con autoridades municipales, se logró restablecer comunicación con la mayoría de comunidades incomunicadas. No obstante, tres municipios permanecen aislados: Tlacuilotepec, Pahuatlán y Tlacotepec, donde se recurre a puentes aéreos y lanchas para hacer llegar ayuda. La operación involucra una compleja coordinación entre Defensa, Marina, Guardia Nacional y Protección Civil, un esfuerzo monumental que, aunque impresiona por su escala, expone las vulnerabilidades del territorio y la fragilidad de una infraestructura que ha demostrado ser insuficiente ante eventos climáticos extremos.

El optimismo frente a la realidad

Leticia Ramírez Amaya proyectó confianza institucional: "No están solos, la presidenta me pidió quedarme en Puebla para asegurar que el apoyo llegue. Habrá un censo casa por casa para identificar daños y canalizar recursos directos a las familias". La promesa de un seguimiento detallado y recursos directos constituye un cambio de discurso que, en teoría, podría transformar la respuesta a desastres naturales en la región. Sin embargo, la historia de la administración pública mexicana advierte sobre la brecha entre las promesas pronunciadas en escenarios de emergencia y la ejecución sostenida de programas complejos.

El gobernador Armenta estableció compromisos específicos que revelan, paradójicamente, tanto la voluntad como las debilidades del aparato administrativo. La rehabilitación del muro de contención se llevará a cabo en coordinación con la Secretaría de Infraestructura estatal y federal, CEASPUE y CONAGUA. La multiplicidad de actores institucionales, aunque sugiere un enfoque integral, también plantea un interrogante crítico: ¿quién coordina? ¿quién responde? La experiencia indica que los proyectos de infraestructura crítica que requieren coordinación multisectorial frecuentemente se atascan en laberintos burocráticos, demorando implementación mientras persisten los riesgos.

Las brigadas de Desarrollo Rural han iniciado un censo agrícola para calcular daños en cultivos y ganado, mientras que Bienestar federal aplicará apoyos directos a viviendas afectadas. Estos esfuerzos de evaluación son necesarios, pero también revelan un reconocimiento tardío de un problema estructural: la falta de información previa sobre vulnerabilidades ha permitido que desastres como este causen daños catastróficos. ¿Dónde estaban estos mecanismos antes de que las lluvias atípicas azotaran la región?

La presencia simultánea de autoridades de los tres órdenes de gobierno genera una ilusión de unidad que, aunque importante simbólicamente, no garantiza eficacia operativa. Armenta reafirmó que el apoyo de la Presidencia de la República, a través de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, de la Guardia Nacional y del Sistema Nacional de Protección Civil, con personal, maquinaria, cocinas móviles e insumos, es fundamental. Y lo es. Pero la pregunta que persiste en las mentes de los pobladores —la misma que Jaime Clemente Díaz expresó cuando mencionó que "en un solo lote vivimos varios y todos resultamos afectados"— es si estas intervenciones traducirán en reconstrucción real o en ciclos repetidos de emergencia y olvido.

Los pobladores de Pantepec no pidieron símbolos ni mensajes presidenciales transmitidos por intermediarios. Pidieron el muro. Pidieron que no vuelva a suceder. Pidieron certeza. Las autoridades prometieron quedarse, reconstruir juntos, no abandonar. Ahora, la verdadera prueba no será la próxima visita oficial o el siguiente censo, sino si esas promesas adquieren solidez en acto, en presupuesto, en supervisión constante. De lo contrario, estas ruinas serán solo el preludio de otras mayores.

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