El secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, solicitó licencia para someterse a un procedimiento quirúrgico, dejando la SRE en manos del subsecretario Roberto Velasco Álvarez justo cuando México enfrenta uno de sus momentos diplomáticos más delicados.
CDMX — El timing no podría ser más incómodo. De la Fuente se ausenta sin que ningún canal oficial haya confirmado oficialmente su licencia, aunque se prevé que el anuncio llegue "en las próximas horas". La opacidad informativa es el menor de los problemas: la pregunta es si Velasco, de 38 años, podrá sostener el timón en medio de la tormenta.
Juan Ramón de la Fuente, médico cirujano nacido el 5 de septiembre de 1951 en la Ciudad de México, llegó a la Cancillería con un currículum impecable: maestro en Ciencias por la Universidad de Minnesota, exrector de la UNAM (1999-2007), exsecretario de Salud con Ernesto Zedillo (1994-1999). Su participación en eventos internacionales como la reciente reunión del G7 en Canadá —donde abordó tráfico de drogas, armas y personas— parecía indicar que la política exterior mexicana estaba en manos experimentadas. Pero la realidad es que su gestión apenas comenzaba a despegar cuando la salud lo obligó a parar.
Según el artículo 75 del reglamento interno de la SRE, el secretario será suplido por el Subsecretario de Relaciones Exteriores. Actualmente ese cargo lo ocupa María Teresa Mercado Pérez, pero Roberto Velasco, como titular de la Subsecretaría para América del Norte, asume el despacho conforme al reglamento. Y es él quien tomará las riendas. No es casualidad: Velasco es el especialista en la relación trilateral con Estados Unidos y Canadá, precisamente los frentes más críticos en este momento.
El hombre del T-MEC asume en plena tormenta
Roberto Velasco Álvarez es hoy uno de los funcionarios con mayor aprecio dentro del gabinete de Claudia Sheinbaum. Llegó con el arranque de la cuarta transformación en diciembre de 2018 y ha permanecido bajo el respaldo de Andrés Manuel López Obrador, Sheinbaum y los secretarios Marcelo Ebrard, Alicia Bárcena y Juan Ramón de la Fuente. De la mano de Ebrard se sumó al gabinete federal para ocupar la Dirección de Comunicación Social; dos años después fue nombrado frente de la Dirección General para América del Norte, en 2021 jefe de la Unidad para esta región y ahora, tras propuesta de Sheinbaum, el Senado lo ratificó como titular de la Subsecretaría para América del Norte. "Agradezco la confianza de la presidenta Claudia Sheinbaum y del canciller De la Fuente para coordinar las labores de la Secretaría de Relaciones Exteriores en América del Norte en esta etapa", expresó tras rendir protesta.
Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana y maestro en Políticas Públicas por la Universidad de Chicago —donde fue editor en jefe del Chicago Policy Review—, Velasco pasó por Pro México y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (2009-2012) antes de llegar a la Cancillería. A sus 38 años cumplidos el pasado 14 de septiembre, fue recientemente distinguido por la Academia Mexicana de Derecho Internacional con el grado académico honoris causa tras presentar su tesis "Soberanía e integración económica: actualidad de la relación bilateral entre México y EE. UU.".
Su cercanía y reconocimiento con las últimas dos administraciones estadounidenses —dos momentos con Donald Trump y antes con Joe Biden— así como con el exprimier ministro Justin Trudeau y hoy Mark Carney, le han permitido impulsar acuerdos en medio de tensiones políticas entre las naciones socias. Ha redactado más de medio centenar de artículos, columnas y reseñas en español e inglés sobre América del Norte. De trato afable con colaboradores y prensa, Velasco es el perfil ideal para enfrentar la tormenta que se avecina.
Pero la pregunta persiste: ¿puede un subsecretario de 38 años, por brillante que sea, sostener la presión diplomática que implica negociar con Trump mientras De la Fuente se recupera? La licencia médica del canciller llega en el peor momento posible. México necesita toda su artillería diplomática. Velasco tendrá que demostrar que su juventud no es obstáculo, sino ventaja. La política exterior mexicana no puede darse el lujo de más improvisaciones.

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