No es solo una protesta. Es un proyecto político. La Generación Z mexicana no saldrá a las calles el 15 de noviembre únicamente para gritar consignas; lleva consigo un pliego petitorio de 12 puntos que busca nada menos que refundar la democracia mexicana.
CDMX — El documento, que circula con la insignia pirata de One Piece y los colores de la bandera nacional, comienza con una acusación demoledora: "El partido MORENA concentra actualmente el control absoluto del Poder Ejecutivo, del Congreso de la Unión y de buena parte del Poder Judicial". No es retórica: es el diagnóstico de una generación que ha visto cómo la alternancia se convirtió en farsa.
El pliego no ataca solo a MORENA; ataca el sistema completo. Denuncia que "la ciudadanía ha sido relegada a un papel meramente simbólico, mientras las decisiones reales se toman a puerta cerrada". Y que "la corrupción, la impunidad y el uso faccioso de las instituciones han provocado una profunda crisis de confianza". A partir de este diagnóstico, presenta demandas que van desde lo institucional hasta lo radical.
Las tres primeras demandas apuntan directo al corazón del sistema: mecanismo ciudadano de revocación de mandato activable por iniciativa popular, elección directa del sustituto por la ciudadanía sin intervención del Congreso, y prohibición absoluta de injerencia partidista en procesos de sustitución. En otras palabras: quieren arrancarle a los partidos políticos el monopolio sobre quién gobierna. Es democracia participativa contra democracia representativa. Es horizontalidad contra verticalismo.
La cuarta demanda va más allá: blindaje contra la compra y coacción del voto. Proponen que cualquier programa de apoyo, beca o ayuda pública sea administrado por un organismo ciudadano independiente, prohibiendo su uso electoral. Es un ataque frontal al clientelismo que ha sostenido al sistema político mexicano durante décadas, y específicamente a los programas sociales que MORENA ha utilizado como herramienta electoral.
Los puntos cinco y seis proponen la creación de organismos ciudadanos de transparencia y auditoría, conformados por académicos, organizaciones civiles y representantes comunitarios, con facultades reales para obligar a los tres niveles de gobierno a publicar toda la información sobre contratos, gastos y presupuestos. No es supervisión cosmética: es vigilancia permanente con capacidad de publicar hallazgos de manera comprensible para la población.
El séptimo punto exige una reforma profunda del sistema de justicia mediante un Consejo Ciudadano integrado por universidades, colegios de profesionales y organizaciones de derechos humanos. El octavo demanda mejorar la representación popular en el Congreso, reduciendo privilegios y garantizando que "la voz de las regiones, pueblos originarios y juventudes esté realmente presente". Son propuestas que cuestionan la legitimidad misma del actual Congreso, donde MORENA tiene mayoría calificada.
Los puntos nueve y diez abordan la seguridad: desmilitarización de la seguridad interna con fuerzas dirigidas por civiles profesionalizados, y fortalecimiento de la seguridad local supervisada por comités ciudadanos. Es una crítica directa a la militarización que ha caracterizado las últimas dos décadas, incluido el gobierno actual que mantiene a la Guardia Nacional bajo control militar.
Los últimos dos puntos abren el juego: invitar a voces con autoridad moral a los consejos ciudadanos, y permitir consultas públicas para ampliar el pliego hasta quince demandas, especialmente con jóvenes y comunidades históricamente excluidas. Es democracia en construcción permanente.
El documento cierra con una declaración que resume todo: "Ningún partido, gobierno ni poder está por encima de la voluntad de la gente". Y una frase que define su identidad: "Porque no estamos por ningún partido. Estamos por México". Es apartidismo radical, pero no es despolitización. Al contrario: es politización total, pero fuera de los canales institucionales tradicionales. Es la juventud diciéndole al sistema que ya no necesita su permiso para organizarse ni su estructura para proponer. Y eso, para cualquier régimen, es más peligroso que mil manifestaciones.
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