Miles de manifestantes marcharon del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino para protestar contra la inseguridad, violencia y corrupción; la jornada terminó con enfrentamientos de un grupo de infiltrados violentos que dejaron 120 heridos, 100 de ellos policías, y 40 detenidos.
CDMX — La capital mexicana fue escenario de una de las movilizaciones más heterogéneas de los últimos años. Aunque fue convocada bajo el nombre de la Generación Z, la marcha reunió a un espectro social mucho más amplio: desde el Movimiento del Sombrero de Michoacán hasta familias completas de clase media, pasando por médicos con batas blancas, adultos mayores y personas con discapacidad. Las consignas "¡Fuera Morena!", "¡Fuera Claudia!" y "¡Queremos paz!" resonaron durante cuatro kilómetros en el Paseo de la Reforma y el Zócalo, marcando un profundo descontento hacia el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Desde las 8:00 horas, los contingentes comenzaron a concentrarse al pie del Ángel de la Independencia. Las banderas negras con calaveras blancas, símbolo adoptado por jóvenes organizadores, se mezclaron con los sombreros michoacanos de quienes exigen justicia por el alcalde Carlos Manzo, asesinado el 1 de noviembre. La abuela del edil muerto marchó junto a su pueblo, en Uruapan, portando una manta que rezaba "Todos somos Carlos Manzo". También estuvieron presentes familiares de desaparecidos de Jalisco y Zacatecas, pacientes sin medicamentos, habitantes de Atenco y trabajadores de la salud, todos unidos por una demanda común: seguridad.
Junto a los jóvenes, los manifestantes eran familias de clase media, adultos mayores e incluso niños con cartulinas reclamando al gobierno por la inseguridad. Durante el recorrido, el Paseo de la Reforma fue testigo de un crisol de demandas: desde el dolor por hijos desaparecidos hasta el hartazgo por la falta de medicamentos y el acoso que sufren las mujeres jóvenes.
La jornada pacífica se tornó violenta al mediodía cuando jóvenes embozados (infiltrados), que habían sido escoltados por policías capitalinos en Reforma, comenzaron a golpear y escalar las vallas metálicas frente a Palacio Nacional. La respuesta policial fue inmediata: gases lacrimógenos dispersaron a los manifestantes mientras grupos radicales lanzaban cohetes. Por primera vez, las vallas de Palacio Nacional fueron derribadas. El saldo final, según el Jefe de la Policía Pablo Vázquez, fue de 120 heridos —100 policías y 20 civiles— y 40 detenidos. De los uniformados heridos, 40 fueron hospitalizados por cortaduras y al menos cuatro por traumatismos. Los detenidos enfrentan cargos por lesiones y faltas administrativas.
La marcha dejó evidencia de una profunda fractura entre un gobierno que se asume progresista y una ciudadanía multiclasista que exige respuestas concretas ante la crisis de seguridad que atraviesa el país. Lo que comenzó como una protesta juvenil terminó convirtiéndose en un grito colectivo de hartazgo social.

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