Bajo el discurso del "rescate patrimonial", el Consejo de Organismos Empresariales y el Gobierno del Estado impulsan un proyecto que planea "intervenir" 1,600 viviendas en la zona histórica de Puebla. Sin embargo, a un mes de la reunión oficial, persisten más interrogantes que respuestas: ¿rehabilitación para quién? ¿recuperación hacia dónde?

Puebla de Zaragoza, Pue. — El 31 de octubre, el gobernador Alejandro Armenta presumió en redes sociales una reunión con César Bonilla Yunes, presidente del organismo empresarial y director de la Inmobiliaria y Constructora Bonilla Yunes SA de CV. El discurso oficial habla de "fortalecer la economía local" y "generar bienestar", pero omite los detalles de las conversaciones y del verdadero destino de esas propiedades.

Los empresarios, en conferencia de prensa, reconocen que muchas viviendas están intestadas o tienen problemas jurídicos con sus dueños. Curiosamente, en lugar de facilitar procesos de regularización para los habitantes actuales, el proyecto busca "trabajar con los propietarios" guiados por un proyecto que genera más dudas que respuestas. Ya cuentan con el "proyecto físico" y el "proyecto ejecutivo", pero guardan celosamente sus contenidos.

Transparencia ausente, intenciones evidentes

Lo más revelador de esta iniciativa es precisamente lo que no dice. Los consejeros empresariales prometen proporcionar información "en una próxima rueda de prensa". Por ahora, no se conoce si hay mecanismos de consulta pública, no existen protocolos de transparencia, no se especifica si las viviendas serán ¿intervenidas? ¿rescatadas? ¿regularizadas? o simplemente convertidas en activos inmobiliarios y en favor de quién.

Que un empresario constructor lidere un proyecto de "rescate" patrimonial debería encender todas las alarmas. La historia urbana de Puebla está plagada de "recuperaciones" que terminaron expulsando, despojando, cambiando de manos propiedas originales para instalar boutiques, hoteles boutique, centros comerciales y una larga lista de usus de suelo difeerentes al sentido hitórico. 1,600 viviendas no son una cifra menor: representan familias, historias, tejido social que puede evaporarse bajo la promesa de "preservar el patrimonio histórico".

En Puebla, cuando los negocios inmobiliarios se disfrazan de altruismo patrimonial, la gentrificación toca a la puerta.

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