"¿Cómo te atreves a meterte con una víctima cuando no entiendes su dolor? No está ahí por elección… está ahí porque le arrebataron al amor de su vida". Con estas palabras, el diputado independiente Alejandro Bautista Tafolla —emblemático por su sombrero y su postura desafiante— salió en defensa de Grecia Quiroz, alcaldesa interina de Uruapan y viuda del asesinado Carlos Manzo, tras los ataques del senador Gerardo Fernández Noroña.

Uruapan, Michoacán. — El mensaje de Tafolla fue contundente: "Que no esté Carlos Manzo no significa que Grecia Quiroz esté sola. A ti, que solo te preocupa seguir respirando política: métete conmigo. Pero a Grecia, déjala en paz. Y si quieres hablar, aquí te espero en Uruapan… o dime a dónde voy. AQUÍ NO SOMOS DERECHA, AQUÍ SOMOS PUEBLO CABRÓN".

La confrontación detona tras un video ampliamente difundido donde Noroña arremetió contra Quiroz por señalar públicamente a los morenistas Leonel Godoy, Raúl Morón e Ignacio Campos como posibles responsables del homicidio de su esposo. El senador tachó a la funcionaria de "fascista", "ambiciosa" y de hacer declaraciones "políticas" sin sustento. La estrategia es clara: revictimizar a quien ya perdió todo y proteger a la cúpula morenista michoacana bajo el manto de la "unidad del pueblo".

Noroña exigió que si Quiroz tiene pruebas, acuda a la Fiscalía en lugar de señalar en actos públicos. ¿En qué país vive el senador? En un Michoacán donde las fiscalías son botín político, donde Carlos Manzo fue acribillado, pedirle a una viuda que confíe en instituciones capturadas es insultarle la inteligencia y el dolor.

La hipocresía política de Noroña al servicio de los caciques

Pero Noroña fue más lejos: sugirió que Quiroz busca posicionarse para la gubernatura de Michoacán, insinuó que se convertirá en candidata de la "derecha" y le advirtió que sus posibilidades de triunfo son escasas. El mensaje subliminal es devastador: si señalas a los poderosos de Morena, te expulsamos del proyecto, te convertimos en enemiga y te aislamos políticamente. La viuda no tiene derecho al duelo ni a la justicia; solo a callar y agradecer que le permitieron terminar el periodo de su esposo asesinado.

El conflicto expone la podredumbre interna de Morena en Michoacán. Carlos Manzo, quien meses antes había roto con el partido para fundar el Movimiento del Sombrero, fue ejecutado en una entidad donde el crimen organizado y la política comparten territorios y complicidades. Su viuda insiste en que él había advertido sobre presuntas acciones de Godoy, Morón y Campos, y denuncia que tanto ella como su equipo han recibido amenazas desde que asumió la administración municipal. Su hermano, Juan Manzo, subsecretario estatal, respalda la hipótesis del móvil político.

La respuesta de Tafolla desnudó la crueldad de Noroña con una contundencia que los propios morenistas evitan. La arenga del senador —tildar de "derecha" a una viuda que exige justicia— revela el método de Morena para blindar a sus caciques: criminalizar la disidencia, silenciar a las víctimas y acusar de traición a quien rompa la omertá. Mientras Noroña teatraliza indignación desde el Senado, en Uruapan una mujer gobierna bajo amenazas de muerte. La pregunta no es si Quiroz tiene ambiciones políticas; la pregunta es por qué Noroña protege con tanta vehemencia a quienes ella señala. En Michoacán, el precio de la verdad se paga con sangre. Y Morena prefiere cobrar.

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