La Generación Z en México enfrenta algo que ninguna generación anterior experimentó: un presente donde 17.7 jóvenes de su edad son asesinados cada día, y un futuro donde entre 40 y 63 por ciento de los empleos desaparecerán por automatización en la próxima década. Mientras marchan pidiendo seguridad básica y el gobierno los acusa de homicidio, una transformación tecnológica silenciosa avanza a velocidad exponencial.

Mexconomy — La inteligencia artificial generativa duplicó su adopción empresarial en menos de un año. En 2024, el 65 por ciento de las organizaciones reportaron uso regular de IA, casi el doble que diez meses antes. La inversión empresarial en IA creció 30 por ciento respecto a los 16 mil millones de dólares de 2023. En Latinoamérica, 67 por ciento de organizaciones con más de mil empleados aceleraron la implementación en los últimos 24 meses. Esta no es especulación futurista. Es realidad documentada por estudios de McKinsey, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Económica para América Latina.

Lo que hace esta revolución tecnológica diferente de todas las anteriores es la velocidad y la concentración de beneficios. La electricidad tardó aproximadamente 40 años desde su introducción hasta su adopción masiva. Internet comercial necesitó cerca de 20 años. La IA generativa duplicó su penetración empresarial en menos de 12 meses. Los trabajadores tienen entre tres y cinco años para reconvertirse, comparado con los 30 o 40 años que tuvieron generaciones anteriores. Pero la diferencia más brutal está en quién captura el valor creado. En la revolución de las telecomunicaciones de los años noventa, los trabajadores capturaron aproximadamente entre 35 y 45 por ciento de los beneficios económicos. En la actual revolución de IA, las estimaciones indican que trabajadores capturan apenas entre cinco y diez por ciento del valor, mientras corporaciones y capital concentran entre 85 y 95 por ciento. No es que la tecnología sea mala. Es que la economía política que la rodea es depredadora.

El Fondo Monetario Internacional estima que casi 40 por ciento del empleo mundial está expuesto a la inteligencia artificial, con 60 por ciento en economías avanzadas. Para México, la Comisión Económica para América Latina identificó que 41.4 por ciento de los empleos están en categorías de alto riesgo de automatización, aunque otros estudios estiman hasta 63 por ciento del empleo total. McKinsey proyecta que la automatización podría desplazar entre 400 y 800 millones de empleos globalmente para 2030, aunque también estima potencial de crear entre 555 y 890 millones de nuevos empleos. El problema no es técnico sino distributivo y temporal. Los sectores en mayor riesgo en México son servicios administrativos, atención al cliente, contabilidad básica, análisis de datos junior, programación básica, logística, retail y eventualmente transporte. Estos empleos concentran millones de trabajadores mexicanos, muchos jóvenes en su primer empleo formal.

México no está preparado

La convergencia es brutal. La Generación Z enfrenta un presente donde no puede salir sin que sus padres vivan con angustia porque 81 por ciento del territorio está bajo presencia de crimen organizado. Enfrenta un Estado que responde a sus demandas legítimas con represión y acusaciones falsas de homicidio. Y enfrenta un futuro donde casi la mitad de los empleos actuales desaparecerá mientras el sistema educativo mexicano está colapsado y no puede reconvertir trabajadores a la velocidad necesaria. México tiene 56 por ciento de su fuerza laboral en la informalidad, sin acceso a seguridad social, capacitación formal o pensiones. Estos trabajadores serán los primeros expulsados cuando llegue el desplazamiento masivo. El gobierno no tiene mecanismos redistributivos para capturar parte del valor que genera la IA y financiar reconversión laboral. No hay impuestos a la automatización, no hay renta básica universal, no hay fondos masivos de capacitación. Hay solo programas sociales clientelares financiados con déficit de 5.7 por ciento del PIB y deuda que supera 50 por ciento del Producto Interno Bruto.

La Generación Z lo entiende visceralmente aunque no tenga las cifras exactas. Por eso marcha. Porque sabe que en el modelo actual no hay futuro. Porque 17.7 jóvenes asesinados diarios, más 40 por ciento de empleos en riesgo, más sistema educativo colapsado, más gobierno que criminaliza en lugar de dialogar, es igual a trampa perfecta sin salida. El 15 de noviembre fue un aviso. El 2 de diciembre será otro. La pregunta no es si habrá más protestas sino cuándo México entenderá que una generación completa —sin presente ni futuro— no se va a quedar callada, sin importar cuántos acusen de homicidio por portar carteles.

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