Con robos diarios, extorsiones y vigilancia debilitada, Puebla vuelve a colocarse en el centro de la crisis logística que estalló este 24 de noviembre con más de 40 bloqueos en todo México.

Puebla de Zaragoza, Pue. — La red carretera mexicana atraviesa una de sus jornadas más tensas del año. A lo largo de este 24 de noviembre, transportistas y productores agrícolas activaron bloqueos simultáneos que paralizaron rutas estratégicas en más de veinte estados. Las protestas, detonadas por la inseguridad creciente en caminos federales y estatales, tienen en Puebla uno de sus puntos más críticos y simbólicos: un estado que desde hace varios años figura como el epicentro del crimen carretero en México.

El deterioro ha sido ampliamente documentado. Según reportes del tercer trimestre de 2025, Puebla concentró el 23% de todos los incidentes de robo al transporte de carga en el país, superando al Estado de México, que alcanzó el 18%. La región oriente —que conecta Amozoc, Zaragoza, Teziutlán, Perote y la Sierra Nororiental— se convirtió en un corredor donde el saqueo de mercancías, los asaltos armados y los retenes de extorsión son parte de la rutina diaria de operadores que repiten la misma frase: “Puebla es zona roja”.

A ello se suma lo advertido por David Estévez, presidente de la Asociación Nacional Transportista (ANTAC), quien denunció que el sector enfrenta entre 54 y 70 robos diarios, cifra que contrasta con los ocho incidentes registrados en administraciones previas. El incremento, asegura, responde a una combinación de abandono institucional, disminución de presencia policial y complicidades locales. “La Guardia Nacional nos ha quedado mucho a deber”, afirmó días antes del paro, recordando que estados que antes tenían mil elementos hoy operan con apenas 350.

Bloqueos en Puebla: síntoma y respuesta

En este contexto, los bloqueos que hoy paralizan el estado no son un hecho aislado, sino una reacción acumulada. El cierre total en la carretera Amozoc–Nautla, a la altura de Acuaco en Zaragoza, reflejó el hartazgo de operadores que denuncian no solo violencia criminal, sino también extorsiones policiales y multas desproporcionadas impuestas por autoridades locales. La protesta se replicó en la autopista Teziutlán–Virreyes, donde el paso permanece cerrado en la caseta de Payuca, afectando la conexión con la autopista Amozoc–Perote.

En el resto del país, los bloqueos se multiplicaron en rutas de alto valor económico: México–Puebla, México–Querétaro, México–Pachuca, México–Toluca, Chihuahua, Jalisco, Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas, Sonora y más. Esta red paralizada refleja una crisis que trasciende lo local y pone en jaque la movilidad nacional. En la Ciudad de México, el ingreso por la México–Puebla colapsó, donde manifestantes colocaron barricadas para evitar agresiones de automovilistas desesperados.

Mientras tanto, la secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez declaró que los líderes de las protestas actúan con “motivaciones políticas”. Los transportistas respondieron de inmediato: “Lo único político es sobrevivir en las carreteras”, dijeron al exigir seguridad, fin a las extorsiones y precios de garantía justos para el maíz.

Hoy, Puebla vuelve a poner el espejo frente al país: un territorio donde la violencia, la negligencia y la impunidad se cruzan en cada kilómetro. Un estado que, convertido en termómetro nacional, explica por qué miles decidieron detenerlo todo.

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