Con el corazón en la mano y la mirada en alto, miles de ciudadanos tomaron las calles de Uruapan en la “Marcha por la Paz y la Justicia”, una movilización sin precedentes tras el asesinato del alcalde Carlos Manzo Rodríguez. La ciudad habló con una sola voz: la de un pueblo cansado de la impunidad y decidido a no callar más.

Uruapan, Mich. — El dolor se transformó en fuerza colectiva. Desde temprana hora, comerciantes, estudiantes, trabajadores municipales y familias enteras salieron a marchar por las principales avenidas de Uruapan. No fue un acto político común, sino una expresión masiva de duelo y coraje ante la violencia que, aseguran, el gobierno estatal ha sido incapaz de contener.

¡Él no murió, el Gobierno lo mató!”, gritaron los manifestantes entre aplausos y lágrimas. Otros coreaban “¡Justicia, justicia, justicia!” y “¡Grecia no estás sola!”, en respaldo a Grecia Quiroz, viuda del alcalde asesinado, quien asumió el cargo el 5 de noviembre prometiendo continuar con la lucha de su esposo. En el templete, su voz resonó: “Voy a seguir los pasos de Carlos Manzo; les voy a dejar un Uruapan, un Michoacán y un México que él hubiese querido”.

La marcha, respaldada por cámaras empresariales, transportistas, gasolineros, colegios de profesionistas y colectivos ciudadanos, partió de la Glorieta de Paseo Lázaro Cárdenas rumbo al Centro Histórico. En la retaguardia aún se contaban miles de asistentes mientras la vanguardia llegaba al corazón de la ciudad. La multitud portaba camisas blancas y negras, banderas nacionales enlutadas, moños oscuros en viviendas y negocios, y cartulinas con consignas de resistencia.

Entre las proclamas políticas destacaron los gritos de “¡Fuera Bedolla!” y “¡Fuera Morena!”, dirigidos contra el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, a quien acusan de indolencia y omisión frente al incremento de la violencia en la región. Los reclamos también resonaron como advertencia política: “¡Uruapan, aguanta, el pueblo se levanta!”.

Además del recorrido, se declaró un paro general de actividades en señal de luto. Comerciantes, transportistas y trabajadores suspendieron operaciones. Las calles mostraron cortinas cerradas, gasolineras sin servicio y mercados vacíos: un acto simbólico de resistencia civil frente a la inseguridad y la impunidad. La consigna común: justicia para Manzo y un alto definitivo a la violencia.

Participaron también trabajadores del sector aguacatero, uno de los más golpeados por la delincuencia con el cobro de cuotas y amenazas a productores y empacadores. La presencia de miembros de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate (APEAM) y del Movimiento Independiente del Sombrero, representado por el diputado Carlos Alejandro Bautista Tafolla, añadió peso político y económico a la protesta.

El asesinato de Carlos Manzo Rodríguez, ocurrido el 1 de noviembre durante el Festival de las Velas, detonó un movimiento ciudadano que ha rebasado las fronteras municipales. Lo que comenzó como una expresión de duelo se ha convertido en una causa colectiva por la paz, la justicia y la dignidad en Michoacán. La voz de Uruapan, cansada pero firme, dejó un mensaje inequívoco: cuando el pueblo se une, no hay silencio que lo apague.

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