Puebla atraviesa una crisis de estancamiento en la generación de empleo formal. Mientras el país registra un crecimiento de 1.3% en puestos de trabajo remunerados durante el segundo trimestre de 2025, la entidad apenas alcanza un raquítico 0.1%. A un año de la llegada de Alejandro Armenta al gobierno estatal, Puebla está posicionándose como una de las economías estatales más débiles del país.
Mexconomy — Los datos de las Mediciones Trimestrales de los Puestos de Trabajo y sus Remuneraciones revelan un patrón preocupante: Puebla ha perdido aceleración de manera sostenida. Tras alcanzar un 2.1% en el segundo trimestre de 2024, la tendencia ha sido de caída libre: 1.3% en el tercer trimestre, 0.3% en el cuarto, y finalmente el desplome a apenas 0.1% en los dos primeros trimestres de 2025.
Esta desaceleración no es un fenómeno aislado, sino el síntoma de problemas que se han profundizado bajo la administración del gobierno de Alejandro Armenta Mier. Mientras estados como Nuevo León registra 3.8%, Hidalgo alcanza 3.6% y Querétaro crece 2.6%, Puebla se queda rezagada, incapaz de capitalizar las dinámicas económicas nacionales que permitieron al país alcanzar 40 millones de puestos de trabajo remunerados.
El panorama se torna aún más complejo al analizar las remuneraciones. Aunque Puebla registra un crecimiento de 5.9% en remuneraciones —cifra cercana al promedio nacional de 6.5%—, este incremento ocurre sobre una base laboral prácticamente estancada. La ecuación es preocupante: más dinero por empleado existente, pero sin crear nuevas oportunidades laborales.
La razón es simple: no hay condiciones de creimiento económico en la entidad y las empresas establecidas en Puebla están cumpliendo con ajustes salariales obligatorios, vinculados al salario mínimo, pero no están expandiendo su capacidad de contratación. Es decir, se mantiene la nómina, se ajustan salarios, pero no hay dinamismo empresarial ni inversión que genere nuevos empleos.
Hay una completa desatención a los verdaderos problemas económicos de Puebla. El estancamiento laboral de Puebla ocurre por tres factores críticos. Primero, la pérdida de competitividad frente a estados vecinos que sí están atrayendo inversión y generando empleo. Segundo, el envejecimiento de su estructura productiva, incapaz de adaptarse a nuevas dinámicas económicas. Tercero, la expulsión de talento joven hacia mercados laborales más dinámicos.
Las cifras de INEGI no mienten: Puebla no contribuyó significativamente a la variación nacional de puestos de trabajo, a diferencia de Ciudad de México, Nuevo León, Estado de México y otros once estados que sí aportaron. En el primer año de gobierno de Alejandro Armente la entidad quedó fuera del motor del crecimiento laboral nacional.
El deterioro es innegable. De un 2.1% a un 0.1% en apenas cuatro trimestres. Puebla necesita más que propaganda en redes sociales y ajustes cosméticos: requiere una reactivación profunda de su política de atracción de inversiones, modernización industrial y fortalecimiento de sectores estratégicos. Nada de esto ocurre en realidad. Lo que sigue es claro: el estancamiento se convertirá en retroceso.

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