El INEGI publicó en diciembre el Indicador Mensual de la Actividad Industrial por Entidad Federativa (IMAIEF) correspondiente a agosto de 2025, introduciendo una práctica que se torna alarmantemente recurrente: el recálculo retroactivo de cifras desde abril sin justificación metodológica transparente.

Mexconomy — Para Puebla, esta revisión resulta particularmente reveladora. En julio, el Instituto reportó una contracción anual de 9.7%, una de las peores caídas del país. Un mes después, agosto aparece con 4.0% de contracción, sugiriendo una notable recuperación. Sin embargo, la mejoría no responde a una reactivación económica genuina sino a ajustes estadísticos opacos que sistemáticamente suavizan las cifras más adversas. Este maquillaje metodológico erosiona la credibilidad del sistema estadístico nacional justo cuando la economía requiere diagnósticos precisos, no narrativas reconfortantes.

Con todo y esa "ayuda" estadística los datos son reveladores: Puebla enfrenta una crisis industrial multisectorial que los recálculos del INEGI apenas logran disimular. La variación anual de 4.0% en agosto representa una mejora técnica frente al 9.7% de julio, pero el análisis sectorial revela una realidad sombría. La construcción continúa en colapso con una caída de 20.1% anual, después de tocar 23.2% en julio. El patrón es recurrente: julio marca el punto más bajo, agosto presenta "recuperación". La contribución negativa del sector a la actividad industrial total alcanza 0.90 puntos porcentuales, devastando el empleo y la inversión sin que autoridades estatales articulen estrategias creíbles de reactivación. Este sector, que en junio ya caía 18.6%, acumula tres meses consecutivos de deterioro estructural que supera cualquier explicación estacional o coyuntural.

Manufactura: El Espejismo de una Recuperación Estadística

Las industrias manufactureras presentan el único dato positivo con un crecimiento de 0.9% anual en agosto, revirtiendo las contracciones de 4.2% en junio y 5.8% en julio. Esta recuperación de 5.1 puntos porcentuales en el trimestre parece impresionante hasta confrontarla con el desempeño nacional: Michoacán creció 32.8% en manufactura, Tabasco 28.7%, Hidalgo 7.4%. El 0.9% de Puebla evidencia la pérdida de competitividad frente a estados que capturan efectivamente los beneficios del nearshoring. La contribución positiva del sector apenas suma 0.04 puntos porcentuales al crecimiento total, insuficiente para compensar el lastre de construcción (-0.90), minería (-0.08) y energía (-0.11). La pregunta crítica permanece sin respuesta: ¿cuánto de este rebote obedece a dinamismo real y cuánto a los generosos ajustes estadísticos del INEGI?

La minería profundiza su deterioro con una caída anual de 14.0% en agosto, agravándose 3.0 puntos porcentuales respecto al 11.0% de junio, después de registrar 14.2% en julio. El sector de energía eléctrica, agua y gas natural muestra una contracción de 3.7% en agosto, después del desplome de 10.2% en julio. Nuevamente, el patrón es evidente: julio presenta la peor cifra, agosto exhibe "mejora". El desempeño mensual desestacionalizado de 2.2% en agosto respecto a julio podría interpretarse como estabilización, pero no borra el hecho de que Puebla acumula tres meses consecutivos de variaciones anuales negativas mientras estados como Sonora, Tamaulipas y Michoacán muestran dinámicas claramente superiores.

El problema fundamental de Puebla trasciende la coyuntura económica: el estado enfrenta fracturas industriales que requieren diagnóstico preciso, no cifras maquilladas. La falta de inversión en infraestructura, la ausencia de política industrial coherente y la dependencia de sectores con bajo valor agregado son problemas reales que no se resuelven con ajustes estadísticos retroactivos. El INEGI, al recalcular sistemáticamente las cifras sin transparencia metodológica, impide a gobiernos y empresarios dimensionar correctamente la crisis. Para Puebla, esto significa implementar políticas públicas basadas en datos cuestionables, perpetuando el rezago estructural. Las cifras de agosto no ofrecen consuelo sino advertencia: sin información confiable y transformación profunda del modelo productivo, el estado continuará desperdiciando el potencial que su ubicación geográfica y tradición manufacturera deberían garantizar.

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