Mexconomy — Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) son contundentes: el sector secundario registró variaciones anuales de -4.2% en el cuarto trimestre de 2024, -4.1% en el primer trimestre de 2025 y -5.8% en el segundo trimestre de 2025. Tres trimestres consecutivos en territorio negativo configuran lo que técnicamente se denomina una recesión sectorial, con un promedio de contracción de -4.7%.
Lo preocupante no es solo la magnitud de la caída, sino su tendencia. La contracción se está acelerando, no atenuando: pasó de -4.2% a -5.8% en apenas dos trimestres. Este comportamiento revela que no se trata de un ajuste coyuntural, sino de un deterioro estructural de la capacidad productiva industrial del estado.
El sector secundario en Puebla representa aproximadamente el 24.4% de la población ocupada, unos 756,400 trabajadores según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del tercer trimestre de 2025. Una contracción sostenida de esta magnitud tiene implicaciones directas en el mercado laboral: la población ocupada total creció apenas 5,000 personas en el último año, un incremento marginal de 0.16% que evidencia el nulo dinamismo en la creación de empleos.
La migración forzosa hacia la informalidadLos datos laborales revelan un fenómeno preocupante: ante el colapso industrial, los trabajadores están migrando hacia sectores de menor calidad. El comercio absorbió 80,000 nuevos empleos, mientras que el sector primario perdió 103,000 trabajadores. Este reacomodo sectorial explica por qué la tasa de informalidad laboral alcanza el 70.2%: siete de cada diez trabajadores poblanos laboran sin acceso a seguridad social entre otras precariedades.
La situación es particularmente crítica cuando se analizan las condiciones de ocupación. El 41.7% de los trabajadores se encuentra en condiciones críticas: jornadas excesivas con ingresos bajos, o jornadas cortas también con ingresos insuficientes. Esto explica por qué, a pesar de una tasa de desocupación aparentemente baja de 2.5%, el 39.2% de la población está en pobreza laboral: sus ingresos no alcanzan para adquirir la canasta alimentaria básica.
El deterioro industrial tiene además un efecto multiplicador en la economía estatal. La manufactura tradicionalmente genera empleos formales mejor remunerados que el comercio o los servicios básicos. Su contracción implica no solo pérdida de plazas laborales, sino precarización del empleo disponible, como lo demuestra la caída de 8.2% en los ingresos del sector de servicios profesionales, financieros y corporativos.
Estos indicadores oficiales son parte de los resultados económicos del primer año de Alejandro Armenta. Para 2026 enfrenta un desafío económico estructural: revertir una tendencia recesiva que no muestra signos de corrección espontánea y que está transformando el perfil laboral de Puebla hacia empleos informales de baja calidad y remuneración insuficiente.

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