El coordinador de Morena en el Senado descarta reunirse con productores que bloquean carreteras en diez estados, les ofrece una cita "quizá" la próxima semana y les sugiere redactar su propia iniciativa. "Nunca dije que los iba a recibir, sólo era una de las posibilidades". El desprecio disfrazado de apertura.
CDMX — Mientras miles de productores mantienen bloqueadas carreteras en Zacatecas, Chihuahua y otros estados, exigiendo modificaciones a la Ley General de Aguas, el senador Adán Augusto López Hernández, coordinador de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política, les cerró la puerta con una frase lapidaria: "Están resueltas todas las dudas". No habrá reunión, no habrá modificaciones de fondo, y si acaso podrían recibirlos "el miércoles o jueves de la próxima semana" —cuando la ley ya esté aprobada y publicada—. El mensaje es brutal en su claridad: el campo puede protestar todo lo que quiera, Morena hará lo que le venga en gana. Y si no les gusta, que redacten su propia iniciativa. Algún día. Tal vez.
La declaración de Adán Augusto a medios de comunicación es un manual de desprecio político envuelto en lenguaje institucional. Primero, la negación: "Nunca dije que los iba a recibir, sólo era una de las posibilidades". Es decir, los productores que se movilizaron creyendo que habría diálogo descubren ahora que el coordinador de Morena jamás tuvo intención de recibirlos. Luego, la justificación burocrática: la sesión "debe terminar tarde", como si aprobar una ley que afecta a 600 mil concesionarios y a millones de mexicanos fuera incompatible con escuchar a quienes serán directamente afectados. Y finalmente, la concesión vacía: "abrió la posibilidad" de recibirlos la próxima semana, cuando la ley ya será irreversible.
Pero lo más revelador es lo que dijo sobre las reservas al dictamen. Cuando se le preguntó si recibiría dos reservas para modificar el texto que se discutía en ese momento en el pleno del Senado, respondió que con él "no ha habido ningún acercamiento". Es decir, ni siquiera revisó propuestas de cambios puntuales. ¿Para qué? Si según Adán Augusto, "están resueltas todas las dudas". ¿Las dudas de quién? Porque ciertamente no las de los productores que bloquean carreteras, ni las de la oposición que denuncia violación constitucional por omitir consulta indígena, ni las de los especialistas que advierten que la ley concentra poder sin resolver la crisis hídrica estructural.
Y luego vino la cereza del pastel: el senador exhortó a los productores a redactar alguna iniciativa de ley en los términos que decidan. "Nunca estoy cerrado al diálogo, la iniciativa es un camino, vemos la posibilidad de presentarla, no lo aseguro, pero podría ser", agregó con una generosidad abrumadora. Leamos entre líneas: si no les gusta la ley, redacten otra, préstenla, y Morena "verá la posibilidad" de discutirla. Algún día. Quizá. O quizá no. Mientras tanto, la Ley General de Aguas que ustedes rechazan ya estará vigente, aplicándose, y "la Autoridad del Agua" ya estará tomando decisiones sobre sus concesiones. ¿Eso es diálogo? No. Es una burla institucionalizada.
La actitud de Adán Augusto no es un desliz personal: es la expresión perfecta de cómo Morena entiende la democracia y el ejercicio del poder. Tienen mayoría calificada, por lo tanto no necesitan escuchar. Tienen los votos para aprobar lo que quieran, por lo tanto el diálogo es opcional, cosmético, prescindible. Los productores pueden movilizarse, "es su derecho", como dijo con condescendencia el senador, pero eso no cambiará nada. Pueden bloquear carreteras, rodear el Congreso con tractores, paralizar 15 puntos estratégicos en 10 estados, y aun así Morena aprobará la ley sin modificar una coma de lo sustancial. Porque el poder les da la razón, o al menos eso creen.
Lo irónico es que Adán Augusto López Hernández fue secretario de Gobernación en el gobierno de López Obrador, el responsable de la interlocución política, de construir acuerdos, de evitar conflictos sociales. Pero en el Senado, como coordinador del oficialismo, ha decidido que su función no es dialogar sino imponer. Y lo hace con una frialdad que contrasta brutalmente con la retórica de "gobierno del pueblo" y "Cuarta Transformación". Cuando los productores más lo necesitaban, cuando las calles ardían y las carreteras se cerraban, el hombre que debía tender puentes les dijo: "Están resueltas todas las dudas". ¿De quién? ¿Las suyas? Porque las del campo siguen vivas, ardientes, bloqueando carreteras.
La postura de Adán Augusto también revela algo más profundo: Morena no ve a los productores como interlocutores legítimos sino como un problema de gestión. No son ciudadanos con demandas razonables, son "actores" que se movilizan y a los que hay que administrar con promesas vagas y concesiones mínimas. La reunión que "quizá" ocurra la próxima semana no será para negociar modificaciones a la ley —que ya estará aprobada— sino para calmar ánimos, bajar tensión, desactivar protestas. Es una sesión de contención, no de diálogo. Y los productores lo saben.
Mientras Adán Augusto declaraba que "están resueltas todas las dudas", en Zacatecas seguían bloqueados cinco puntos carreteros totales, en Chihuahua tres cruces internacionales operaban con restricciones, y en Puebla la autopista Puebla-Orizaba apenas ayer reabrió tras más de 24 horas de cierre gracias a la intervención turbia de Nacho Mier Jr. y el cacique "El Toñín". Las dudas no están resueltas: están ardiendo en el asfalto, están paralizando el comercio, están desangrando la confianza entre el campo y el gobierno federal. Pero en la burbuja del Senado, con mayoría asegurada y agenda cumplida, todo está bajo control.
La Ley General de Aguas pasará. Morena la celebrará como un logro histórico. Adán Augusto seguirá diciendo que "nunca está cerrado al diálogo" mientras cierra todas las puertas. Y el campo mexicano aprenderá una lección amarga: en la Cuarta Transformación, tus derechos se respetan solo si no estorbas, tus dudas están resueltas aunque no las hayas planteado, y el diálogo está abierto siempre y cuando no pretendas que cambie nada. Bienvenidos al nuevo autoritarismo: viene con discurso progresista, mayorías abrumadoras y desprecio absoluto por quien piense diferente. "Están resueltas todas las dudas", dijo Adán Augusto. Y con esa frase, cerró no solo una reunión: cerró la ilusión de que Morena legisla de manera distinta.

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