En Durango, fuerzas federales detuvieron a Edgar “N”, alias “Limones”, operador financiero de “Los Cabrera” y figura activa en estructuras de la CATEM, en una operación coordinada por Marina, Sedena, SSPC, FGR y el CNI, en el marco de la Estrategia Nacional contra la Extorsión.
CDMX — La captura de Edgar “N”, conocido como “Limones”, no solo representa un golpe de alto impacto contra la red de extorsión de “Los Cabrera”. Revela, además, un ángulo que el discurso oficial evita mencionar: su presencia y movilidad dentro de la CATEM, la organización sindical encabezada por Pedro Haces, cuyo crecimiento acelerado ha generado controversias por sus vínculos políticos y su disputa territorial en sectores laborales del país.
El gobierno federal presentó la operación como un éxito quirúrgico. Participaron SEMAR, SEDENA, SSPC, la FGR, la Agencia de Investigación Criminal y el CNI. En el operativo se aseguraron armas largas, una granada y equipo táctico, elementos que confirman que “Limones” no era un intermediario menor sino un engranaje relevante en la cadena operativa de la organización delictiva.
Pero lo que amplía la dimensión del caso es lo que se rastrea en paralelo: la UIF identificó operaciones irregulares, presuntamente vinculadas a extorsión y fraude, que se movían a través de redes financieras con operadores ligados a sectores productivos, comerciantes y ganaderos. Y en ese entorno destaca la presencia de “Limones” en actividades sindicales de la CATEM, una estructura que ha sido acusada reiteradamente de cooptar trabajadores, desplazar sindicatos tradicionales y construir poder territorial mediante alianzas opacas.
La pregunta ya no es solo qué hacía un operador de “Los Cabrera” extorsionando en Durango y Coahuila. La pregunta es cómo y por qué un perfil así podía insertarse en una organización sindical con ambiciones nacionales, activa en estados donde la disputa por contratos colectivos y control de mano de obra es un mercado político en sí mismo.
La narrativa oficial celebra el éxito de la detención. Lo que no se celebrará es el fondo: los vasos comunicantes entre crimen organizado, redes financieras irregulares y organizaciones laborales con influencia nacional. Y si este caso es un indicio, la Estrategia contra la Extorsión enfrentará no solo a los grupos criminales tradicionales, sino a sus enclaves en espacios donde, en teoría, la representación de los trabajadores tendría que ser impermeable a la infiltración.

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