En Puebla, del Paseo Bravo hasta La Villita, feligreses dedican música, flores y oraciones a la Virgen de Guadalupe en medio de una celebración que es más que tradición, identidad y devoción popular.

Puebla de Zaragoza, Pue. — En Puebla, el reloj marcó el primer minuto del 12 de diciembre y la fe tomó forma de canto. Cientos de creyentes comenzaron a reunirse en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, conocido como La Villita, donde la estudiantina y los mariachis abrieron la jornada con un homenaje que volvió a llenar de vida a el Paseo Bravo. Entre flores, mandas cumplidas y familias enteras que avanzaban con imágenes por bendecir, la ciudad reeditó una tradición que marca el pulso espiritual del cierre de año.

Desde muy temprano, los guadalupanos hicieron fila para la misa de las nueve de la mañana. El ambiente es festivo, pero también íntimo: cada esquina del atrio concentraba historias de agradecimiento, promesas renovadas y silencios que acompañaban la espera. Las mañanitas resonaron una vez más como preludio de la verbena popular, donde comida, música y rituales se mezclaron con la emoción de quienes acudieron para honrar a la Morenita.

El fervor poblano corre en paralelo con las celebraciones nacionales, especialmente en la Ciudad de México, donde la Basílica de Guadalupe recibe miles de peregrinos en un operativo religioso que se despliega desde el 11 de diciembre. El recinto prepara misas, serenatas y ceremonias que evocan las apariciones de 1531 en el cerro del Tepeyac y el milagro de las rosas, cimientos de una devoción que atraviesa generaciones.

Este año, la solemnidad comenzó desde la medianoche del 12 de diciembre con movimientos laicales que entonaron las mañanitas, seguidos por misas especiales a lo largo de toda la jornada. Destaca la tradicional Misa de las Rosas al mediodía, presidida por el cardenal Carlos Aguiar Retes, así como los rosarios vespertinos que mantienen encendido el ambiente de oración en el atrio de la Basílica.

En contraste, la Catedral Metropolitana estableció un horario distinto para sus propias celebraciones, invitando a los fieles a cantar las mañanitas el 11 de diciembre a las nueve de la noche, en una ceremonia acompañada por el Mariachi Gama 1000. Con ello, la capital reafirma la diversidad de expresiones con las que cada comunidad honra a la patrona de México.

En Puebla, la devoción mantiene su propio pulso: firme, alegre y profundamente arraigado. Las calles aledañas al Paseo Bravo volvieron a convertirse en un corredor espiritual donde las familias, los músicos y los peregrinos reafirman una tradición que se sostiene por fe y por identidad. La Villita, como cada año, volvió a ser el hogar simbólico donde miles de poblanos depositan sus plegarias y celebran la historia que une a México en torno a la Virgen de Guadalupe.

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