La presidenta Claudia Sheinbaum sostuvo una segunda reunión con empresas de carga del AIFA, en un contexto de tensión bilateral tras la cancelación de vuelos hacia Estados Unidos. El encuentro ocurre mientras México busca contener el impacto del conflicto aéreo y estabilizar la operación del aeropuerto federal.

CDMX — La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo sostuvo una segunda reunión con representantes de empresas nacionales y extranjeras involucradas en las operaciones de carga del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, en un momento marcado por la fricción diplomática con Estados Unidos y la presión sobre la política aeronáutica mexicana.

El encuentro se produce a más de un mes de que el gobierno estadounidense cancelara vuelos procedentes del AIFA hacia su territorio, bajo el argumento de que México violó el acuerdo bilateral de aviación. La decisión impactó directamente a aerolíneas mexicanas y tensó una relación que hasta ahora había sido presentada como estable en materia comercial.

“Por segunda ocasión, conversamos con empresas nacionales y extranjeras, así como organismos y asociaciones que participan en la operación de carga del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles”, informó la mandataria en redes sociales, sin detallar los acuerdos alcanzados ni las concesiones discutidas, una omisión que deja abiertas preguntas sobre el alcance real de los compromisos.

La crisis se detonó a finales de octubre, cuando Estados Unidos revocó la autorización de más de una docena de rutas operadas por aerolíneas mexicanas. Washington calificó la medida como una represalia ante lo que consideró la cancelación irregular de vuelos de aerolíneas estadounidenses hacia México, un señalamiento que el gobierno mexicano ha evitado confrontar públicamente con mayor dureza.

Como intento de contención, el pasado 17 de noviembre la presidenta anunció que aerolíneas mexicanas cederían slots en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a compañías estadounidenses. La medida fue interpretada como un gesto de distensión, aunque también evidenció la fragilidad del equilibrio entre soberanía aeroportuaria y presión internacional.

La nueva reunión con operadores de carga confirma que el AIFA sigue siendo un eje estratégico para la administración de Sheinbaum, particularmente tras el revés impuesto por las autoridades estadounidenses. Sin embargo, también expone los límites del proyecto frente a un entorno internacional que exige certidumbre regulatoria, cumplimiento de acuerdos y resultados operativos verificables.

En el trasfondo, la disputa aérea amenaza con escalar más allá del sector transporte y trasladarse al terreno político y comercial. La apuesta del gobierno federal es sostener al AIFA como plataforma logística viable sin profundizar el conflicto con su principal socio comercial, un equilibrio que, por ahora, permanece bajo presión.

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