Ángeles de Puebla
Misterio cuántico

Puebla ha sido escenario de muchos viajes oficiales, pero pocos tan enigmáticos como el próximo paseo por Suiza.

¿Cómo olvidar que el “gober precioso” también visitó esos exquisitos lugares durante su mandato? Pero ahora, de nueva cuenta, una delegación poblana ha sido "invitada" a conocer el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más grande del mundo.

La invitación es un misterio en sí misma: nadie sabe quién la extendió, ni por qué, ni para qué.

Ah, Suiza. Tierra de relojes perfectos, chocolates exquisitos y un sistema financiero impenetrable. Desde hace más de un siglo, tu nombre resuena como el destino favorito de fortunas que prefieren la discreción. Bancos con blindaje legal, cuentas numeradas, fideicomisos indescifrables y, en los últimos años, la revolución de las criptomonedas han hecho de este país el epicentro del lavado de dinero más sofisticado del mundo.

Y todo esto es tan fácil de lograr con un fondo de inversión vinculado, por ejemplo, a contratos de servicios de consultoría ficticios, empresas factureras, registros de transacciones inexistentes y otros mecanismos que, en cuanto traspasan la barrera del secreto bancario, desaparecen como si un agujero negro se los tragara.

Así es. En Suiza, los recursos pueden cruzar fronteras sin dejar rastro, y las fortunas pueden aparecer y desaparecer con la misma facilidad con la que un neutrino atraviesa la materia.

Mientras tanto en Puebla, donde las calles se hunden entre baches cuánticos y los hospitales operan con déficit presupuestario (entre innumerables necesidades), parece que alguien ha encontrado en Suiza el epicentro del interés gubernamental.

El CERN, la institución que alberga el LHC, es un centro de investigación de primer nivel en física de partículas. Pero Puebla no es precisamente un referente en aceleradores de hadrones ni en investigación subatómica. Entonces: ¿Qué hace un mandatario estatal mexicano en un laboratorio europeo de ciencia fundamental?

¡Necios! La ciencia y la tecnología deslumbran, y como conceptos, también sirven para distraer. A Suiza le tomó aproximadamente 10 años construir el LHC, desde 1998 hasta su finalización en 2008. La inversión total fue de alrededor de 4,6 mil millones de dólares (aproximadamente 3,9 mil millones de euros), sin contar los costos operativos y las mejoras posteriores.

Pero en la 4T poblana hay fe, mucha fe, en el milagro de convertir a la entidad en el Silicon Valley de México. ¿Qué importa que no haya capacidad ni voluntad (PORQUE DINERO SOBRA) para tener vialidades y calles sin baches? Los aceleradores de hadrones no viajan por las calles ni por las carreteras. Pero la insidia popular y periodística es mezquina.

Los rumores y preguntas no han tardado en surgir:

  • ¿Va la delegación poblana a entender los misterios del universo?
  • ¿Se trata de una agenda política, personal, o de una simple fascinación por la física y la ciencia?

No entienden que lo importante es estar en Suiza y cumplir el cometido, cualquiera que este sea. La búsqueda de la materia oscura podría arrojar varias lecciones para Puebla. Por ejemplo, cómo usarla para continuar desapareciendo la transparencia y la rendición de cuentas.

Porque, aunque usted no lo crea, en política, como en la mecánica cuántica, hay fenómenos que existen y no existen al mismo tiempo… hasta que alguien los observa de cerca.

Por ahora, una delegación poblana del más alto nivel viaja a Suiza. Quizá regrese con un conocimiento profundo de los misterios del cosmos. O quizá solo con un mejor entendimiento del discreto encanto financiero de los Alpes.

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