
"La guerra comercial es una forma de suicidio económico, porque nadie gana realmente en una guerra. Solo se pierden oportunidades." — Paul Krugman, Premio Nobel de Economía.
En el ring económico mundial, las apuestas están echadas. No hay empates ni puntos intermedios: o China se levanta con los brazos en alto o Donald Trump muerde el suelo. El mercado lo sabe y los momios se están inclinando hacia China.
Desde el 2 de abril, los mercados estadounidenses han registrado una caída sostenida, reflejando la incertidumbre y el temor de los inversionistas ante una guerra comercial que ha escalado a niveles inéditos. Los nuevos aranceles impuestos por la Casa Blanca sobre las importaciones chinas, que alcanzan hasta el 104 %, representan un hito en la historia del comercio internacional. Pero lo más revelador no es el golpe en sí, sino la reacción global a este nuevo asalto.
Mientras el S&P 500 sigue en la lona, con un descenso de 22,10 puntos (-0,44 %), el mercado asiático ha respondido con un brinco inesperado. El Nikkei 225 ha subido un abrumador 6,03 %, mientras que el índice de Shanghái y el Hang Seng avanzan a un ritmo que sugiere que los grandes capitales están colocando su dinero donde ven futuro. Las bolsas europeas tampoco han sufrido la nueva embestida de Donald Trump: lejos de hundirse con Wall Street, están encontrando oportunidades en la fractura entre las dos economías más grandes del mundo.
¿Qué significa esto? Que la banca del casino financiero global ha hecho su jugada. Y en este juego de alto riesgo, los apostadores no están invirtiendo su dinero en Estados Unidos, sino en China.
La estrategia de Trump, basada en una guerra de desgaste comercial, ha demostrado ser un arma de doble filo. Mientras la Casa Blanca presume de su “dureza”, el mundo financiero parece haber tomado su propia decisión: la guerra comercial de los 12 rounds (vamos en el tercer asalto) tiene un favorito, y no es Estados Unidos.
Pero hay otro jugador atrapado, y despistado, que deambula en medio del ring mientras los oponentes se lanzan miradas retadoras cada quien desde su esquina: México. Visto de otra manera, es el “jamón del sándwich”, o bien, la ficha que no tiene escapatoria en la ruleta del casino. La Bolsa Mexicana de Valores (BMV) abrió con optimismo, pero tras la confirmación de los aranceles por parte de la vocera de la Casa Blanca, su destino cambió drásticamente. Rumbo al cierre, apenas logró mantenerse a flote. México no puede huir del golpe.Una nerviosa Claudia Sheinbaum no tiene claro de qué lado de la mesa poner sus fichas.
Así que lo que estamos presenciando no es solo una guerra comercial, sino una apuesta global por el futuro económico. Si los inversionistas están del lado de China, significa que el mercado está descontando la capacidad de Pekín para soportar la embestida y devolver el golpe con fuerza. La economía china ha mostrado una resiliencia que desafía las predicciones, mientras que el modelo proteccionista de Trump parece estar generando más dudas que certezas.
La pregunta es: ¿quién quedará de pie cuando suene la campana del último round? ¿Será China, con su estructura de mercado fuertemente controlada y sus alianzas estratégicas en expansión? ¿O Estados Unidos, confiando en que los aranceles doblarán la rodilla del gigante asiático antes de que el propio golpe rebote en su economía?
El casino financiero global ya ha colocado los momios. Ahora, lo que está en juego no es solo el futuro del comercio, sino la dirección misma del poder económico mundial. Suena la campana, la pelea sigue. En el casino parece que los inversionistas han elegido ya el bando. ¿Tendrá Trump la resistencia para soportar los golpes del retador y el público que lo abuchea o acabará mordiendo la lona?
0 Comentarios