Una operación silenciosa, quirúrgica, negociada desde las sombras, se registró en la frontera con EE.UU.. El pasado viernes al mediodía, entre 15 y 17 familiares directos de Joaquín “El Chapo” Guzmán y su hijo Ovidio Guzmán cruzaron a territorio estadounidense por el puerto internacional de San Ysidro, en Tijuana.
InfotockMx — No fue una fuga, fue una entrega. Y no fue improvisada: fue pactada con precisión y bajo protección directa del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
Las imágenes y datos filtrados a medios fronterizos muestran a la familia descendiendo con maletas —al menos dos por persona— y portando más de 80 mil dólares en efectivo. Entre los identificados: Griselda López (madre de Ovidio y de Joaquín Jr.), una hija del Chapo, un yerno, varios sobrinos, un nieto de nombre Archibaldo. Todos ingresaron bajo el mecanismo de parole humanitario. Ninguna orden de aprehensión fue activada en el trayecto.
El contexto habla por sí mismo: Ovidio Guzmán, extraditado en 2023 por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, está a días de cambiar su declaración de culpabilidad en una corte federal. Según fuentes consultadas por Región Global en el entorno de agencias estadounidenses, el punto clave de su negociación ha sido claro: salvar a su familia.
En esa lógica, lo que sucedió el viernes es más que un cruce fronterizo: es una señal estratégica. Una evacuación pactada. Se instaló al menos un francotirador en la garita de San Ysidro. No se temía un operativo oficial. Se temía una traición. Un atentado. La inteligencia estadounidense actuó como garante.
¿Qué se entregó a cambio? De momento no hay certeza, pero las fuentes anticipan que el 6 de junio, fecha en que Ovidio comparecerá nuevamente ante la justicia, se abrirán los términos del acuerdo: colaboración, testimonios, mapas logísticos del Cártel de Sinaloa, identificación de operadores. Todo eso está sobre la mesa.
Desde México, la respuesta oficial fue opaca. Claudia Sheinbaum, presidenta de la República, confirmó que la Fiscalía General de la República solicitó información al Departamento de Justicia estadounidense. Evitó pronunciarse sobre la salida del país de una figura clave como Griselda López, considerada por agencias extranjeras como “pieza fundamental” del brazo familiar del cártel.
Hay algo más profundo en juego: esta no es solo una cooperación judicial. Es una retirada controlada, bajo protección binacional, que sugiere una fractura dentro del liderazgo de los “Chapitos”. O bien están perdiendo control en Sinaloa, o bien están eligiendo replegarse para evitar un baño de sangre interno. “Cuando el núcleo familiar sale del país con permisos oficiales, es porque hay una ruptura o una traición pactada”, advierte un exagente de la DEA consultado por este medio.
El uso de parole, la inacción del gobierno mexicano, y el traslado directo a una ubicación desconocida indican que los Guzmán López están en proceso de ingreso al programa de testigos protegidos de Estados Unidos. Eso implica cambio de identidad, residencia y cooperación estructurada. Y eso, en la lógica de inteligencia, sólo se otorga a quienes van a hablar.
El 6 de junio, entonces, no solo se escuchará una confesión. Ese día puede comenzar el desmantelamiento de una parte clave del Cártel de Sinaloa —o al menos, de su ala familiar más expuesta. Lo demás dependerá del alcance de lo que Ovidio Guzmán esté dispuesto a entregar… y de lo que Estados Unidos quiera realmente recibir.
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