Este reportaje expone un análisis riguroso y fundamentado, que amerita especial atención por la responsabilidad profesional de demostrar con datos claros la situación real de la industria y el empleo en Puebla.

La gráfica muestra cómo, entre noviembre de 2024 y marzo de 2025, el índice de actividad industrial en Puebla se desploma sin que el empleo total lo refleje en la misma proporción. Pero al observar los empleos eventuales —los más flexibles y sensibles—, se revela la verdadera magnitud del ajuste: una caída sostenida del 3.8%, sin recuperación ni siquiera cuando la producción repuntó. La curva laboral no acompaña a la curva productiva. Esta desconexión es el signo más claro de una desindustrialización silenciosa.

Mexconomy / Región Global — Puebla está perdiendo industria sin perder, aún, sus empleos formales permanentes. Pero eso no es buena noticia. Es una bomba de tiempo.

Entre noviembre de 2024 y marzo de 2025, el Índice Mensual de la Actividad Industrial (IMAI) cayó de 98.6 a 93.2 puntos —una contracción del 5.5% en apenas cinco meses—, según cifras oficiales con base 2018=100. El momento más crítico ocurrió en diciembre, con un desplome de -13.3% respecto al mes anterior. Aunque en enero hubo una aparente recuperación (+10.8%), los niveles jamás volvieron a alcanzar el umbral previo.

En paralelo, los registros de empleo formal del IMSS muestran una estabilidad engañosa: la pérdida total fue apenas de 0.6%. Pero al desagregar los datos, la verdad aparece: los empleos eventuales cayeron de 92,595 a 89,077, es decir, -3.8% en el mismo periodo. Los permanentes se redujeron apenas -0.1%, sugiriendo que muchas empresas mantienen su plantilla fija a pesar de la caída de producción, lo que indica una resistencia artificial.

Esto implica que las empresas están absorbiendo pérdidas mientras ajustan silenciosamente su capacidad productiva a través de sus trabajadores más flexibles: los eventuales.

Los datos muestran que este grupo de trabajadores fue el primero en ser recortado y no se ha recuperado desde entonces. Incluso durante enero, cuando la actividad industrial repuntó fuertemente, los empleos eventuales siguieron cayendo (-0.7%). Esta divergencia confirma que el repunte no fue suficiente para restablecer la confianza empresarial.

La desconexión entre el empleo y la industria, además, expone riesgos estructurales. El mercado laboral de Puebla parece estar funcionando como un amortiguador temporal: mantiene empleos, pero sin respaldo productivo. Eso sugiere que la industria está operando con sobrecapacidad instalada, lo que amplifica la vulnerabilidad competitiva del estado. Tarde o temprano, si no hay una recuperación firme, las empresas que ahora sostienen nóminas sin producción podrían verse forzadas a un ajuste mucho más severo.

La estabilidad aparente en el empleo no es fortaleza: es rigidez. Las empresas no están contratando más no porque confíen en el futuro, sino porque aún no han podido o querido hacer recortes drásticos. Pero cuando esa contención se rompa, el impacto será mayor. El comportamiento de los empleos eventuales es una señal de advertencia temprana: al caer antes que el resto, están indicando que la contracción laboral más profunda aún no ha llegado.

La estructura sectorial de Puebla contribuye al problema. La entidad enfrenta caídas significativas en las industrias manufactureras (-3.5% anual), en la minería (-4.4%) y en la generación eléctrica (-1.5%). Estos sectores no solo aportan al PIB industrial, sino que generan encadenamientos productivos y empleos bien remunerados. Su debilidad se traduce en pérdida de inversión, reducción de expectativas de crecimiento y, sobre todo, riesgo de migración empresarial.

Comparado con la media nacional, Puebla queda mal parado: mientras el país creció +1.9% en marzo 2025, el estado registró una variación anual negativa de -2.0% y contribuyó con -0.07 puntos al índice industrial nacional. Es decir, no solo no aportó al crecimiento, sino que lo arrastró hacia abajo.

La combinación de tres factores —caída sostenida en producción, ajuste persistente en empleos eventuales y resistencia artificial en los empleos permanentes— compone el cuadro de una crisis industrial encubierta.

Este tipo de crisis es más difícil de detectar porque no explota de inmediato: se acumula como presión bajo la superficie. Cuando las empresas agoten su capacidad de sostener salarios sin producción, el ajuste será abrupto y el desempleo podría dispararse. La pérdida de 3,518 empleos eventuales en solo cinco meses no es un daño colateral: es el primer capítulo.

Puebla necesita una intervención estratégica urgente. No es solo un problema cíclico, es una vulnerabilidad estructural. La política pública debe concentrarse en apoyar a las empresas que aún resisten, diversificar la base industrial hacia sectores más resilientes, fortalecer los clústers existentes y proteger la liquidez empresarial. La reconversión productiva y la capacitación laboral no son lujos, sino condiciones mínimas para evitar una recesión con rostro social.

El gráfico lo deja claro: la curva de producción se ha desconectado de la curva de empleo. Y en medio de ese desfase, los trabajadores eventuales caen sin red. La desindustrialización de Puebla no llegará con fábricas cerradas y titulares escandalosos. Ya empezó, y se está contando en puestos de trabajo que se pierden en silencio.

Fuente: Datos obtenidos del Indicador Mensual de la Actividad Industrial por Entidad Federativa (IMAIEF) del INEGI y del registro de empleos afiliados al IMSS, correspondientes al periodo noviembre 2024 – marzo 2025.