En Puebla, cientos de enfermos renales enfrentan la interrupción de un tratamiento vital. La suspensión del servicio de hemodiálisis en hospitales públicos, las versiones contradictorias del IMSS-Bienestar y una licitación que no llega revelan una negligencia que puede costar vidas.
Puebla de Zaragoza, Pue.— Mientras las autoridades aseguran que todo está bajo control, en los pasillos de hospitales públicos poblanos se vive una realidad distinta: el servicio de hemodiálisis está colapsado. Pacientes trasladados de ciudad en ciudad, sesiones incompletas, atención parcial, equipos dañados y familias al borde del agotamiento económico describen una crisis que no ha sido reconocida en su verdadera dimensión. Lo que debía ser un procedimiento médico rutinario para cientos de personas, hoy es una carrera contra el tiempo marcada por la incertidumbre, la desinformación y el abandono institucional.
La situación más alarmante se presenta en el Hospital General de Tehuacán, donde el servicio estuvo completamente suspendido durante una semana. A su reactivación parcial le siguieron consecuencias inmediatas: cuatro pacientes fueron hospitalizados tras recibir sesiones incompletas, de apenas dos horas en lugar de las tres horas y media necesarias. Las secuelas físicas y emocionales no tardaron en aflorar. Según testimonios recogidos por sus familiares, los enfermos presentan malestares severos por la acumulación de toxinas que su organismo no logra eliminar adecuadamente.
No se trata de un hecho aislado. En Atlixco, los dos hospitales públicos simplemente no ofrecen el servicio. Los pacientes deben desplazarse hacia la capital poblana, donde los hospitales del Norte y del Sur apenas operan con capacidad parcial. Incluso en el Hospital del Niño Poblano, donde el servicio continúa, no todos los pacientes están siendo atendidos. En muchos casos, sólo las urgencias son canalizadas, y el resto de personas debe buscar alternativas en el sector privado o arriesgar su salud.
Frente a esta emergencia, el IMSS-Bienestar en Puebla sostiene una narrativa que ha sido puesta en duda. Su coordinador estatal, Gerónimo Lara Gálvez, afirmó recientemente que el servicio está funcionando “al cien por ciento” en seis hospitales, tras la intervención del gobernador. Pero esta versión ha sido rebatida públicamente por el secretario general del Sindicato Mexicano del IMSS-Bienestar en Puebla (SIMEIB), Daniel Méndez Tapia, quien denunció que la supuesta reactivación fue solo parcial y motivada por un acuerdo improvisado con la empresa Zdenko, cuyo contrato original ya había vencido.
“No se subsanó el problema, solo se está tapando el hoyo”, declaró Méndez Tapia. En su testimonio, queda claro que la atención es fragmentaria, que no hay un acuerdo firme para normalizar el servicio y que la omisión proviene directamente de la coordinación estatal, que no gestionó a tiempo la licitación necesaria para recontratar el servicio subrogado de hemodiálisis. La evidencia más clara de ello es la reciente publicación del acto de licitación pública nacional No. LA-50-GYR-050GYR006-N-104-2025, aún en etapa de recepción de propuestas técnicas y económicas, lo cual significa que la solución definitiva sigue lejos.
Mientras los expedientes administrativos se retrasan, los pacientes enfermos de insuficiencia renal no pueden esperar. Sus vidas dependen de un tratamiento regular y completo. La reducción del tiempo de hemodiálisis, la cancelación de citas programadas o el traslado forzoso hacia otras ciudades representan riesgos clínicos serios. Y no solo para la salud física: los costos de recurrir a clínicas privadas son insostenibles para la mayoría de las familias, que viven con el temor diario de perder a sus seres queridos por una negligencia burocrática.
La responsabilidad directa apunta hacia el delegado del IMSS-Bienestar, Gerónimo Lara Gálvez. Así lo afirma el sindicato de trabajadores, así lo sugieren los hechos. No hubo previsión, no hubo renovación de contratos a tiempo, no hay información clara. La narrativa oficial de que “todo está funcionando” cae por su propio peso frente a las voces de los familiares que recorren hospitales, frente a las sesiones a medias y los pacientes que empeoran. La salud pública en Puebla se está gestionando con parches, no con soluciones estructurales.
- Hospital General de Tehuacán: Servicio suspendido por una semana; reanudación parcial con sesiones reducidas a 2 horas. Cuatro pacientes hospitalizados por complicaciones. Solo se atienden urgencias.
- Hospitales públicos de Atlixco: Sin servicio de hemodiálisis. Pacientes deben trasladarse a Puebla capital sin apoyo institucional.
- Hospital General del Norte: Servicio activo de forma parcial. Solo se atienden urgencias; cancelación de citas programadas.
- Hospital General del Sur: Atención limitada; pacientes reportan sesiones incompletas o diferidas. Aumento de traslados a clínicas privadas.
- Hospital del Niño Poblano: Servicio activo pero saturado. No todos los pacientes son atendidos; prioridad a casos pediátricos urgentes.
- Hospitales de Huauchinango y Teziutlán: Autoridades afirman que el servicio opera al 100%, pero no hay evidencia clara; se sospecha funcionamiento parcial.
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