El primer trimestre completo de Alejandro Armenta Mier al frente del gobierno estatal culminó con Puebla en recesión. La economía se contrae, la industria se desploma, el campo se quiebra y los servicios se estancan con tendencia negativa. La Cuarta Transformación, como modelo de gobierno que repite en la entidad, ha generado retroceso económico y parálisis gubernamental.
Mexconomy / Región Global — Los datos del INEGI son irrefutables: la economía poblana ha entrado en recesión justo al inicio del sexenio de Alejandro Armenta. Entre octubre y diciembre de 2024, el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) cayó -0.2%. En el primer trimestre de 2025 —el primero completo bajo el nuevo gobierno— volvió a descender -0.1%. Dos caídas consecutivas marcan el umbral técnico de una recesión.
No se trata de inercias heredadas ni de coyunturas globales. El retroceso coincide con la toma de poder del nuevo régimen estatal, que en siete meses no ha mostrado estrategia económica sólida. La 4T poblana arrancó sin brújula ni rumbo productivo. El resultado: Puebla ha dejado de crecer y ha comenzado a retroceder.
El derrumbe que nadie quiso ver
En solo dos trimestres, la industria pasó de ser motor a convertirse en lastre. Entre julio y septiembre de 2024 crecía a una tasa anual de 8.1%. Seis meses después, bajo el nuevo gobierno, se desplomó -4.2% en el cuarto trimestre y -4.1% en el primero de 2025. ¡Una caída de más de 12 puntos en medio año!
Puebla ocupa ahora el lugar 27 de 32 entidades en desempeño industrial. La manufactura automotriz se enfría, la construcción se paraliza y el sector energético se estanca. Frente a esta descomposición productiva, el gobierno de Armenta ha optado por la ausencia en la política económica.
La agricultura poblana había mostrado signos de recuperación en 2024. En el primer trimestre de ese año crecía a 9%. Pero un año después, ha vuelto al colapso: cae -1.5% y pierde más de 10 puntos en doce meses. La volatilidad es síntoma del abandono institucional: no hay inversión estratégica, ni planeación.
La autosuficiencia alimentaria es solo discurso. En la práctica, el agro poblano permanece atrapado en ciclos de quiebra, sin infraestructura de riego, sin cadenas de valor consolidadas y sin respaldo técnico. El nuevo gobierno no ha hecho más que reproducir la precariedad heredada.
El sector terciario, que hasta ahora mantenía el crecimiento a flote, comienza a desacelerarse. En el primer trimestre de 2024 crecía 4.1%; ahora apenas avanza 2.2%. El dinamismo urbano, comercial y turístico se apaga, sin políticas de estímulo ni inversión en conectividad, innovación o formación de capital humano.
La terciarización forzada de la economía poblana está agotada. No hay base industrial que la sostenga, ni campo que la alimente. Los servicios, sin anclaje productivo, se arrastran sin dirección ni impulso.
En los primeros tres meses de 2025, Puebla cayó al lugar 26 nacional en desempeño económico. Mientras el país —sin considerar petróleo— creció 1.2%, la economía poblana cayó -0.1%. La diferencia es notablemente estructural. Mientras otros estados aprovechan el nearshoring, Puebla pierde competitividad.
En actividad industrial, la distancia es aún más brutal: +0.4% de crecimiento nacional frente a -4.1% en Puebla. La entidad ha dejado de ser relevante como motor económico y se desliza hacia una zona de irrelevancia productiva que no sufría desde hace más de dos décadas.
Un régimen sin conducción económica
La recesión no es un accidente, ni atribuíble enfáticamente a los aranceles de Donald Trump. Es el resultado de una omisión sistemática del gobierno estatal ante los signos de deterioro. Desde su llegada, Alejandro Armenta ha privilegiado la propaganda, el discurso identitario y las giras simbólicas. Pero no hay programa económico, ni dirección sectorial, ni visión de largo plazo.
El nuevo régimen poblano ha optado por la retórica en lugar de la acción, por el aplauso fácil en lugar del diagnóstico riguroso. El costo ya es evidente: en su primer trimestre completo de gestión, Puebla ha entrado en recesión técnica.
Lo más grave: no hay señales de que se quiera —ni se sepa— revertirla.
Fuente: ITAEE, INEGI. Primer trimestre de 2025.
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