🇺🇸💊 Donald Trump anunció que “renegociará” el T-MEC en 2026, usando la crisis del fentanilo como argumento para endurecer aranceles a México y Canadá. La estrategia del mandatario norteamericano tiene como objetivo que no se fabriquen autos en México (ni en Canadá). Amenaza seriamente cadenas de valor y expone a México a presiones que van más allá del comercio.

Mexconomy — La agenda económica 2026 comienza a trazar un camino accidentado para México. Donald Trump ha decidido usar la crisis del fentanilo como un nuevo ariete para su proyecto proteccionista: condicionar la continuidad del T-MEC a una agenda de seguridad que, en realidad, es un camino para imponer más aranceles y frenar las exportaciones mexicanas.

El anuncio del Secretario de Comercio de EU, Howard Lutnick, sobre los planes de Trump de “renegociar” el T-MEC en 2026 no solo eleva la tensión en las ya frágiles relaciones bilaterales, sino que expone las vulnerabilidades estructurales de México ante los EE.UU. de Trump.

Durante una entrevista en CBS, Lutnick confirmó que Trump “definitivamente” renegociará el T-MEC con el argumento de proteger empleos en Michigan y Ohio, evitando que autos se fabriquen en México y Canadá.

El discurso encaja nuevamente en la narrativa de Trump, pero ignora la realidad de las cadenas de suministro integradas que sostienen a la industria automotriz norteamericana. Para México, esto representa un golpe directo a un sector que, aunque ha ganado inversiones por el nearshoring, sigue dependiendo del mercado estadounidense.

El T-MEC contempla una revisión técnica cada seis años, no una renegociación automática. Sin embargo, Trump pretende usar la revisión de 2026 como un chantaje político, a pesar de que cualquier modificación requeriría procesos legislativos en los tres países. México corre el riesgo de entrar a una renegociación forzada que podría significar la imposición de reglas de origen más estrictas, demandas de contenido estadounidense y restricciones en exportaciones estratégicas.

La incorporación de la crisis del fentanilo como argumento para mantener o elevar aranceles carece de sustento dentro del T-MEC, pero refleja la estrategia de Trump de entrelazar temas de seguridad y comercio para presionar a sus socios. Actualmente, Trump mantiene aranceles del 25% a productos como el acero, el aluminio y autopartes, y del 17% al tomate mexicano, bajo el pretexto de la seguridad nacional. Esta política no sólo erosiona la certidumbre jurídica del tratado, sino que también coloca a México en una posición de debilidad estructural ante las amenazas arancelarias.

Para México, el peligro no solo está en una renegociación adversa, sino en la dependencia de sectores fundamentales expuestos a las decisiones de Washington. La manufactura, la industria automotriz, la agroexportación y las inversiones de nearshoring pueden ser utilizadas como rehenes en el tablero político de Trump, que está dispuesto a mezclar la tragedia del fentanilo con las amenazas de cerrar fronteras o imponer nuevos aranceles.

La revisión de 2026, más que una oportunidad de mejora, se perfila como una nueva arena de conflicto en la relación bilateral, donde México enfrentará no solo los intereses de Trump, sino las propias limitaciones de su modelo exportador y la ausencia de una estrategia que fortalezca su posición negociadora.