En México, lo único que avanza con paso firme son los delitos. La extorsión aumentó un 25.4% entre enero y julio de 2025, reportó Marcela Figueroa Franco, titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Puebla, sin embargo, parece contar otra historia que, a primera vista, contradice la tendencia nacional. ¿Qué sucede en el estado?
Puebla de Zaragoza, Pue. — Según datos oficiales de la Fiscalía General del Estado de Puebla, en los primeros seis meses de 2025 solo se procesaron 130 casos de extorsión en todo el estado. Dato duro, pero con dudas. Más desconcertante aún: la ciudad de Puebla, uno de los 217 municipios que conforman la entidad, concentra exactamente la mitad de estos casos —65 en total.
Esta concentración llama la atención por su disparidad. ¿Por qué un solo municipio, aunque sea la capital y la más poblada de la entidad, acapara el 50% de un problema que, en teoría, afecta a todo el estado? La respuesta parece estar ligada a la densidad poblacional y la actividad económica que generan más oportunidades para los delincuentes, pero también revela un desequilibrio en la percepción y registro del delito.
Periodísticamente, ciudades como Tehuacán registran una alta incidencia en este delito que no reflejan los datos oficiales. Cuando se analizan las cifras mensuales, surge otro indicio de la complejidad del fenómeno. Tanto el estado como la ciudad muestran un comportamiento similar en términos generales: un pico de casos en febrero (32 para el estado y 13 para la ciudad), una caída notable en abril (12 y 5 respectivamente) y una recuperación en mayo. Sin embargo, las diferencias no son menores: mientras la ciudad mantiene números más estables, fluctuando entre 5 y 16 casos, el estado exhibe una volatilidad considerable, con un rango de 12 a 32 casos por mes.
Esta inestabilidad en las cifras estatales, junto con la estabilidad relativa en la capital, plantea la posibilidad de que en ciudades medias (e incluso en zonas rurales) o menos pobladas los registros no sean tan rigurosos o las denuncias menos frecuentes, lo que podría estar ocultando un problema mayor. Además, Puebla no ha actualizado sus datos más allá de junio, lo que agrava la falta de información precisa para evaluar la evolución real del delito.
Pero el problema no termina ahí. A nivel nacional, el aumento en la extorsión se atribuye, en parte, a una mayor incentivación de la denuncia tras la implementación de la Estrategia Nacional Antiextorsión. En contraste, los datos poblanos se basan en delitos procesados, un indicador más tardío y posiblemente incompleto. Esto genera una “desconexión”: ¿la extorsión realmente crece menos en Puebla, o simplemente se registra y procesa con menos eficiencia?
La concentración urbana del delito no es casualidad. Las ciudades grandes ofrecen más “objetivos” para los extorsionadores: negocios, comerciantes y una economía más activa y visible. Sin embargo, la falta de cifras claras y actualizadas en Puebla podría estar minimizando la percepción del problema, dificultando la observación, el diseño y aplicación de políticas públicas efectivas.
A mediados de julio, en el marco de la Estrategia Nacional contra la Extorsión, en Puebla se llevó a cabo un operativo conjunto entre el personal del Gabinete de Seguridad Federal y autoridades estatales, que culminó con la detención de cuatro personas, dos de ellas con orden de aprehensión, incluyendo a Yosafath “N”, identificado como el principal operador de una célula dedicada a la extorsión mediante secuestro virtual.
Aunque la Fiscalía de Puebla contabiliza este delito por separado como "secuestro extorsivo", solo ha informado de tres casos procesados en lo que va del año: dos en enero y uno en junio. Los detenidos se hacían pasar por integrantes de un cartel y utilizaban una cabina acondicionada para generar miedo en sus víctimas. El Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, exhortó a quienes reciban amenazas a comunicarse al 089 para recibir ayuda. Sirva el ejemplo para preguntar: ¿Sölo un secuestro extorsivo en junio, para toda una estructura criminal?
Dejando las dudas razonables de lado, mientras el gobierno federal anuncia detenciones en otros estados, Puebla parece quedar rezagada en la atención del problema, comenzando por el registro de este delito. Ahora bien, si la capital concentra la mitad de los casos, ¿dónde están las respuestas contundentes para ese núcleo delincuencial en la capital? ¿Qué se está haciendo para romper las redes de extorsión que operan en el corazón mismo de Puebla?
La extorsión es un delito que mina la confianza y la seguridad de la ciudadanía, pero también un problema de datos y metodologías. Sin un registro transparente y completo, que contemple denuncias, investigaciones y procesamientos, es imposible medir con exactitud la dimensión real de la crisis ni evaluar la eficacia de las estrategias implementadas.
Puebla enfrenta un doble reto: frenar un delito que se concentra peligrosamente en su capital y romper las barreras que impiden un registro completo y transparente. De seguir atenidos a cifras incompletas, lo único que se consolidará será una falsa sensación de seguridad. Maquillar datos no protege a la ciudadanía; dejar que el subregistro reine es, en los hechos, brindar cobijo a la impunidad.

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