🏖️ Los viajes de José Ramón y Andy López Beltrán —a un resort de empresario beneficiado por su padre y a un hotel de cinco estrellas en Tokio— chocan con la austeridad pregonada por la Cuarta Transformación. Es la farsa de la "justa medianía" de los López.

Ciudad de México. — Entre albercas de lujo en la Riviera Maya y noches en uno de los hoteles más exclusivos de Tokio, los hijos del expresidente Andrés Manuel López Obrador vuelven a encender las redes sociales sobre la coherencia entre los principios de la Cuarta Transformación y las prácticas privadas de sus integrantes más destacados.

Imágenes recientes muestran a José Ramón López Beltrán en el Vidanta Riviera Maya, propiedad de Daniel Chávez, empresario cercano a López Obrador y señalado como beneficiado con concesiones federales durante el sexenio pasado. Chávez fue uno de los defensores del expresidente durante el escándalo de la Casa Gris en Texas.

En las fotos, López Beltrán aparece con su esposa Carolyn Adams y sus hijos disfrutando de las instalaciones. Ante las críticas, sostuvo en X que "no soy funcionario público, no tengo ningún cargo ni manejo recursos del Gobierno", y defendió su derecho a la vida privada.

El episodio se suma al caso de Andy López Beltrán, actual secretario de organización de Morena, captado en el hotel Okura Tokyo. Declaró haber pagado 7,500 pesos por noche con desayuno, pero la tarifa real publicada es de 21,378 pesos, casi el triple.

En carta del 6 de agosto, explicó que el viaje fue con recursos propios y tras “extenuantes jornadas de trabajo”. El Okura es un hotel de cinco estrellas que combina arquitectura japonesa tradicional y diseño contemporáneo en sus torres The Prestige y The Heritage.

Las reacciones en Morena no se han hecho esperar. La dirigente nacional Luisa María Alcalde reiteró que "nuestros dirigentes tienen que poner el ejemplo de la justa medianía", incluso si cuentan con recursos para lujos. El coordinador morenista Ricardo Monreal respaldó el llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum a ejercer el poder con humildad.

La polémica por las vacaciones de los hijos de López Obrador expone una brecha entre la narrativa de austeridad y la conducta de figuras cercanas al movimiento. Mientras José Ramón insiste en que no usa recursos públicos y Andy defiende su viaje, los casos plantean preguntas sobre congruencia y transparencia.

Para Sheinbaum, que ha heredado la bandera de la "justa medianía", estos episodios representan un reto político: preservar la coherencia de un movimiento que prometió ejercer el poder de forma distinta, pero que, en la práctica, encarna un sin fin de excesos.