Aunque Puebla muestra una leve disminución en la pobreza laboral en el segundo trimestre de 2025, los datos revelan una realidad preocupante: caída en ingresos, contracción de la masa salarial y brechas que comprometen la capacidad de las familias para enfrentar el costo de la vida.

Puebla de Zaragoza, Pue. — La estadística más reciente sobre pobreza laboral en Puebla apunta a un descenso marginal de 42.0% a 41.7% en un año, sin embargo, esa aparente mejora oculta una dinámica más severa: el retroceso en la capacidad de compra de la población. El ingreso laboral real per cápita bajó de 2,604.16 a 2,591.28 pesos, lo que representa una pérdida de 0.5%, mientras que la masa salarial se contrajo en 912.22 millones de pesos, equivalente a -5.6%.

En términos prácticos, menos dinero circula en los hogares y en la economía de Puebla.

La comparación nacional subraya la vulnerabilidad del estado. Mientras el promedio del país en pobreza laboral es de 35.1%, Puebla se ubica en 41.7%, seis puntos arriba. En ingresos laborales, la brecha es aún más marcada: 3,386.17 pesos a nivel nacional contra 2,591.28 pesos en Puebla, es decir, los trabajadores poblanos reciben casi 800 pesos menos en promedio por persona al mes. Este rezago salarial se traduce en menor competitividad y en la profundización de la precariedad laboral.

El análisis sectorial exhibe desigualdades internas. Mientras la industria extractiva y de la electricidad experimentó un repunte de 39.0% en los ingresos, los restaurantes y servicios de alojamiento, uno de los principales generadores de empleo en la entidad, sufrieron una caída de 18.4%. En total, más de la mitad de los sectores económicos (6 de 11) reportaron descensos en el ingreso promedio, lo cual limita la estabilidad de los hogares y debilita la base productiva.

El comportamiento por género refleja una paradoja. Los ingresos de las mujeres crecieron 6.0%, mientras que los de los hombres cayeron 2.8%. Aunque este cambio sugiere un avance en términos relativos para la participación femenina en el mercado laboral, en un contexto de caída general del ingreso y pérdida de empleos —9.6 mil ocupados menos— la mejora resulta insuficiente para compensar la fragilidad del mercado de trabajo en su conjunto.

Si bien la tendencia de largo plazo (2016-2025) muestra una reducción gradual de la pobreza laboral y un aumento del ingreso real, los datos recientes alertan sobre riesgos inmediatos: estancamiento del poder adquisitivo, retrocesos sectoriales y dependencia de actividades de baja remuneración. En este escenario, la aparente reducción de tres décimas en la pobreza laboral no significa una mejora, sino un reflejo estadístico que encubre la erosión de los ingresos y la desigualdad persistente frente al promedio nacional.

El reto para Puebla no está únicamente en reducir la pobreza laboral en cifras, sino en construir condiciones económicas capaces de sostener ingresos dignos y estables, que permitan enfrentar el costo creciente de la canasta alimentaria y cerrar la brecha con el resto del país.

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