La cumbre de Alaska dejó como saldo más preguntas que respuestas: Donald Trump abandonó la idea de un alto el fuego inmediato en Ucrania y se alineó con Vladimir Putin en favor de un “acuerdo de paz” que implicaría entregar territorios no conquistados a Rusia. Alarma en Europa y tensión en Kiev, a días de la reunión de Volodymyr Zelensky en la Casa Blanca.

InfoStockMx — Durante semanas se habló de fórmulas técnicas, intercambios de territorio y mecanismos de seguridad. Pero al salir de la cumbre del 15 y 16 de agosto en Anchorage, Putin mostró que sus objetivos no eran detener tres años y medio de guerra, sino insistir en lo que denomina la “situación en torno a Ucrania”: un eufemismo cargado de agravios históricos por la pérdida del poder soviético en 1991.

El presidente ruso repitió la narrativa que lanzó en Múnich en 2007 y reactivó en febrero de 2022 para justificar la invasión: exigió un “equilibrio justo” en la seguridad europea y global, como condición para resolver la crisis. Putin evitó hablar de la guerra, se declaró “sinceramente interesado” en detener “lo que está sucediendo” y presentó a Rusia como víctima de un conflicto que él mismo desató.

Trump sorprendió al respaldar públicamente la posición rusa. En redes sociales escribió que, tras hablar con Zelensky y líderes europeos, “la mejor manera de terminar la guerra es un Acuerdo de Paz, no un alto el fuego que a menudo no se cumple”. La frase marcó un quiebre con la estrategia consensuada previamente con la OTAN y con el propio gobierno ucraniano.

Fuentes cercanas a las negociaciones confirmaron que el Kremlin presionó por controlar de manera definitiva Donetsk y posiblemente Luhansk, a cambio de congelar el resto del frente. Kiev rechazó de inmediato la propuesta, al considerarla una capitulación encubierta que consolidaría la anexión por la fuerza. El lunes 18 de agosto, Zelensky llegará a Washington para intentar contener la deriva de la Casa Blanca hacia las demandas de Moscú.

La reacción europea fue gélida. Varias capitales expresaron su desconfianza, recordando que cada reunión bilateral entre Trump y Putin ha terminado en acuerdos (no firmados) que minan la posición común frente a Moscú. El exministro de Defensa lituano Laurynas Kasciūnas lo resumió con crudeza: “Putin y Rusia son revisionistas; no pueden aceptar haber perdido la Guerra Fría”.

Al cerrar la cumbre en Alaska, sobre una tarima marcada con “2025” y con aviones militares como telón de fondo, la fotografía capturó más que un gesto diplomático. Mostró a un Trump dispuesto a legitimar la visión rusa de Europa y a abrir la puerta a un acuerdo que podría redefinir el mapa del continente sin disparar una bala más, pero a costa de premiar la invasión.

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