Ángeles de Puebla
Los conflictos…
y las definiciones
Rumbo al primer año de gobierno de Alejandro Armenta, los conflictos y las definiciones han expuesto con nitidez quiénes cargan sobre sus hombros las decisiones de Estado en Puebla y quiénes simulan.
En el tablero político poblano comienzan a brillar, con luces propias, las figuras que administran la tensión de la calle y la aritmética del presupuesto. La crisis detonada por la quema de un autobús de la RUTA colocó al secretario de Gobernación, Samuel Aguilar Pala, en el centro de la escena. No es un tema menor: la gobernabilidad del estado se jugó en las mesas con las normalistas de la Escuela Carmen Serdán, donde Aguilar se sentó nueve veces a negociar, a escuchar y a contener. Su habilidad no está en el discurso, sino en la paciencia calculada para abrir válvulas de presión que podrían haber derivado en violencia abierta.
En el frente urbano, el gobernador busca marcar territorio. Armenta anunció la compra de maquinaria para pavimentar vialidades primarias, pero no perdió la oportunidad de señalar a los ayuntamientos —y en particular al alcalde Pepe Chedraui— como responsables directos, y acusó a los panistas y priistas del deterioro acumunlado en la capital. Y en casa Aguayo se escucharon dos nombres: Eduardo Rivera Pérez y Adán Domínguez Sánchez. El secretario de Infraestructura, José Manuel Contreras de los Santos, tendrá que traducir la narrativa política del gobernador Alejandro Armenta en resultados concretos: calles transitables y un plan de intervención que no se quede en el anuncio. La política, en este caso, se mide con asfalto.
Mientras tanto, la discreción técnica se ha vuelto virtud en las manos de Josefina Morales Guerrero, secretaria de Administración, Planeación y Finanzas. Su voz es serena, pero los números que presentó en torno al paquete económico 2026 son el esqueleto de lo que podrá o no hacer el gobierno en los próximos años. 130 mil millones de pesos, de los cuales 57 por ciento provendrán de ingresos propios y 43 por ciento de aportaciones federales, constituyen un escenario realista pero sin holgura. Morales imprime orden, austeridad y firmeza en un contexto donde otros prefieren la estridencia. Ella da rumbo donde la política suele generar ruido.
En la arena educativa, el secretario Manuel Viveros Narciso puso rostro institucional al conflicto con las normalistas, insistiendo en que ningún joven quedará fuera de la educación. Su acompañamiento, junto con el de Andrés Galán Robles de la SEP federal y Aurelio Garrido Herrera en representación de las mesas de paz, confirma que el asunto no es un pleito local, sino un tema de gobernabilidad el que se juega en Puebla.
Los ángeles del poder poblano se han revelado por estos días: Aguilar como contenedor político, Morales como garante de certidumbre financiera, Contreras como ejecutor de obra pública y Chedraui como el alcalde obligado a responder a un reclamo ciudadano que lo rebasa. Todos bajo la mirada de un gobernador que sabe que su capital político depende de que los nombres de su gabinete entreguen resultados en la calle, en las cuentas y en la gobernabilidad.
A las puertas del cuarto trimestre 2025, el ojo de Alejandro Armenta está ya en modo evaluación. Lo ha dicho sin rodeos: después del 14 de diciembre de 2025, al cumplirse su primer año de gobierno, habrá cambios. Los ángeles de hoy pueden ser también los ángeles caídos de mañana. En Puebla, la permanencia en el poder nunca es un acto de fe, sino una suma de resultados.

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