A más tardar en dos meses, el Hospital General de Zona No. 36, San Alejandro, será inaugurado en Puebla con la promesa de convertirse en un referente regional de atención médica, tras una inversión superior a los mil 600 millones de pesos y años de espera para miles de derechohabientes del IMSS.
Puebla de Zaragoza, Pue. — El anuncio lo hizo el gobernador Alejandro Armenta, quien aseguró que la presidenta Claudia Sheinbaum encabezará la apertura del hospital como parte del plan de salud federal. El proyecto forma parte de los 16 nosocomios que serán inaugurados en los próximos cuatro meses, con la meta de cerrar 2025 con un total de 31 nuevos centros de atención médica en todo el país.
La obra, según el mandatario estatal, ya está concluida; únicamente se realizan adquisiciones de equipo antes de su funcionamiento. San Alejandro se integra a la estrategia nacional de salud impulsada desde Palacio Nacional, que busca fortalecer al IMSS-Bienestar y recuperar la confianza ciudadana en los servicios públicos de salud.
Para los pacientes, el anuncio llega con expectativa. Román Jiménez, derechohabiente del Seguro Social que recibe hemodiálisis en la Unidad Médica de Atención Ambulatoria, señaló que la apertura del hospital es vital: “Es importante contar con el área de especialidades”. Otro usuario, José Roberto Gregorio, quien recibe atención en el Hospital de La Margarita tras un accidente, confía en que la nueva unidad no solo acerque los servicios a su domicilio, sino que incorpore mayor tecnología y rapidez en la atención.
El nuevo complejo hospitalario estará dividido en siete edificios, con capacidad para 180 camas. Contará con hospitalización, consulta externa, quirófanos, farmacia, áreas de especialidad, cuidados intensivos neonatales y pediátricos, laboratorios, imagenología, urgencias y patología, entre otros servicios. Todo ello con la promesa de atender a miles de personas de la capital y de la región.
La inauguración de San Alejandro no solo busca resolver una demanda médica acumulada, sino también saldar una deuda histórica con Puebla, cuyo sistema de salud ha sufrido la presión del aumento de población y de la insuficiencia hospitalaria. La reapertura de este centro, destruido en el sismo de 2017, representa para muchos poblanos la esperanza de recuperar un espacio digno y funcional después de ocho largos años de espera.
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