El Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) registró en agosto de 2025 un crecimiento anual de 0.0%. México ha perdido su capacidad de expansión: ni genera empleos, ni mejora salarios, ni crea futuro.
Mexconomy — El estancamiento de la economía mexicana no es un accidente estadístico, sino el reflejo de un modelo agotado. El IGAE, que representa el 94.8% del Valor Agregado Bruto nacional, muestra que el país se ha detenido. Aunque el índice alcanzó 105.1 puntos con base 2018=100 y subió 0.6% mensual, el avance es ilusorio: México está en punto muerto mientras América Latina acelera.
Los datos acumulados entre enero y agosto de 2025 confirman la gravedad: la actividad cayó 0.1%, extendiendo ocho meses de inercia económica. Mientras India crece más de 7% y economías comparables de la región superan el 2-3%, México sigue atrapado en su estancamiento estructural.
El desplome industrial explica buena parte de la parálisis. Las actividades secundarias se hundieron 2.7% anual, arrastrando las esperanzas del “milagro” del nearshoring. La minería cayó 7.0% anual con un índice de apenas 89.7 puntos; la construcción retrocedió 3.2%, y las manufacturas acumulan una caída de 1.7% anual. El país que debía aprovechar el éxodo industrial desde China, ni siquiera logra mantener su planta productiva.
La crisis energética agrava el cuadro. La generación y distribución de energía eléctrica, junto con agua y gas, tiene un índice colapsado de 68.8 puntos y una contracción de 2.4%. México no puede garantizar el suministro energético básico para sostener su industria. ¿Cómo atraer inversión si el sistema eléctrico retrocede a niveles de 2018?
El único respiro proviene del sector primario, con un crecimiento de 15.3% anual y una expansión agrícola de 26.5%. Pero es un espejismo. Basar la economía en el campo implica vulnerabilidad extrema ante sequías, plagas o precios internacionales. Una economía moderna no puede sostenerse sobre la agricultura: necesita industria, innovación y tecnología.
El sector terciario apenas creció 0.8% anual. Detrás del consumo minorista, que subió 6.4% con un índice de 120.2, se esconde la caída del comercio mayorista (-4.7%) y la contracción de los servicios turísticos (-3.3%).
Los servicios profesionales crecieron 7.8% y los de apoyo a negocios 12.2%, reflejando una terciarización acelerada sin sustento industrial. Es un cambio de estructura económica que genera aparente dinamismo, pero esconde fragilidad.
El mundo reconfigura sus cadenas de suministro, y México debió ser protagonista. Sin embargo, mientras Vietnam crece 6.5%, Polonia supera el 3% e India avanza sobre el 7%, México se estanca en 0.0%. La falta de infraestructura, el colapso energético, la inseguridad y la confusión regulatoria han hecho del nearshoring una oportunidad perdida. Las empresas cruzan la frontera... pero se instalan del lado estadounidense.
Una economía que no crece empobrece. El estancamiento prolongado deteriora la competitividad, intensifica la migración y debilita al Estado. El auge agrícola puede desaparecer con una sequía; el colapso minero y energético destruye ventajas históricas; la falta de inversión pública congela la infraestructura.
México enfrenta una disyuntiva histórica: reformar o resignarse al estancamiento. Sin un plan de inversión, modernización energética y estrategia industrial coherente, el país corre el riesgo de convertir el 0.0% en una recesión abierta.
Por ahora, la realidad es contundente: el país está quieto mientras el mundo avanza. Detrás del 0.0% no hay estabilidad, sino parálisis. No es un número técnico, sino el retrato de una nación sin movimiento.

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